lunes, 11 de noviembre de 2013

Una muerta que se ha ido y no se ha llevado nada

Curte mi alma el precipicio.
Ante la celosía de sarmientos, por la que se cuela el pobre sol de la tarde.
Siento en mis manos las alfileres que me clavo para recordarme que sigo vivo.
Olor a higos de maduración tardía que picotean los pájaros.
Saboreo precipicios con intención de caer.
Colisiones, accidentes, que si no te postran te endurecen.
Tarde de campanas que doblan.
Una muerta que se ha ido y no se ha llevado nada.

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