Cárceles de oro de primer mundo, que tambien empieza a sentir los zarpazos del hambre.
Se polariza el mundo más y más, y ya no hay ni un istmo, sólo un abismo.
Se cerca el poder con altas tapias y alambradas de espino.
Teme el rico la incursión en su edén del pobre al que saquea.
Seres humanos con éticas de miseria, pequeña élite que rinde a su antojo el orbe.
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