Errores que apestan.
Compadreos con los delincuentes que saben igual de dolorosos que el tiro en la nuca.
Cuando se da la mano a quien las tiene manchadas de sangre, la sangre pasa de mano.
Manchas que pasan de manos como pasa de mano el rédito del delinquir.
Rió revuelto y teñido de crimen que interesa a algunos para poder con el mismo estatus subsistir.
El hombre por grasa olvida fácilmente, pero Dios no olvida, como la victima tanta desvergüenza no perdona.
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