Se escarchan mis manos en mi empeño por sentir la claridad del agua.
Agua helada de fuente entre robles y castaños.
Ya obscurece y regreso por el camino húmedo de tierra encharcada.
Senda de piedras, líquenes y hojarasca descompuesta.
Ya nadie cuida los olivares que se pierden en los ingratos serpollos.
Malos hijos que no miman el legado de sus padres.
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