Si en ti y tu correligionario perdonas tan fácilmente la debilidad.
Porque no la perdonas y eres tan inflexible con tu adversario.
Todos somos humanos, todos somos igual de débiles.
Y las faltas son faltas independientemente de donde se den.
Siembra improperios y extralimitaciones y a la larga eso recogerás.
No creas, ni pienses nunca que eres el único que sabe impartir justicia.
Todos tenemos manos y en ellas podemos blandir espadas.
Y es sabido que no rinde el número, rinde la fuerza.
Pero el grueso bien azuzado puede inferir mucha, mucha y brutal fuerza.
Y el grueso no es tuyo aunque así lo creas, el grueso es del mejor postor.
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