miércoles, 1 de octubre de 2014

Triste sino saberse escoria y ansiar el engarce del rubí

Que intolerante es el enconamiento.
El angulo oscuro del sórdido salón.
Salón donde se asienta el trono del sin gloria.
Letrina de almas mezquinas.
Altanero retrete donde se pregonan las criticas de miseria.
Lleva muy mal la zorra ajada, estar privada de la efímera miel del éxito.
La cató poca en el bando del transfuguismo.
En el contubernio del vender la piel de la oveja.
Que poco tolera el intolerante, con la cantidad de desatinos que a él se le toleran.
Damas bobas de la cuadra de los cagajones.
Voceras de los alfeñiques.
Lideres de las tormentas de la envidia.
Marchitas rosas de lupanar.
No saben lo que es una virgen porque nacieron ya desfloradas.
Triste sino saberse escoria y ansiar el engarce del rubí.
Talentos cuarteleros de escudo sin cuartel.
Mampuesto que sujeta la argamasa y muere por ser sillar que asienta en firme sin el lecho del mortero.
Es insolento que demande virtud el punto cardinal más alejado de ella.
Es el río el que decanta y hace reposar juntos a los infértiles cantos.
Intolerante pedregal que nada de arte da, pero a pesar de ser estéril, por limo se tiene.

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