Pastor de infantes o infante que quiere ser pastor.
Entretenido en encerrar colores en protectores apriscos.
Entretenido en salvar la furia, el brío del cándido niño que se esfuma en el devenir que es quemar primaveras.
Es la gloria un estado de aislamiento, de ensimismamiento, de distancia, sin pudor o con la desvergüenza que da la inconsciencia que proporciona vivir entre naranjos, hierbaluisas y limoneros.
Buscando ser fresco en la frescura, en el sencillo acarreo, en los estanques del iris de quien con pasión me mira.
Hoy soy campo y espiral de rostros, de los rostros de los que conmigo duermen, de los rostros que me velan, de los rostros de mis desvelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario