domingo, 25 de junio de 2017
Sobre la verdad y el relativismo
Son las grandes verdades heridas abiertas, llagas de infructuoso debate, y son demasiados los que las cuestionan permanentemente.
Nosotros mudamos, somos devenir constante, pero las certezas no.
La verdad nos supera y trasciende existencias, y no necesita de nuestro beneplácito para existir.
La verdad es manoseada por muchos y abrazada por muy pocos. Está al margen del comercio y del prostibulario interés.
La verdad cursa tranquila como río que lame y lamiendo hiere, haciéndose un cómodo por el que transcurrir.
La verdad puede ser embalsada, pero más temprano que tarde se tiene que aliviar.
La verdad no se ahorma, aunque alguno de nosotros pensamos que la podamos ahormar a nuestra guerra propia, a nuestros fines excluyentes.
La verdad sobrevive a las agitaciones y contiendas y aun sin estar escrita, es.
No es saludable contradecirla y entrar en el autoengaño que es el único modo de aplacarla en nuestro interior.
Lo que no se consigue loablemente, se disfruta con turbiedad y ese turbio disfrute nos recuerda el empréstito que hemos adquirido con la estafa.
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