El vicio es una escalada que no tiene cúspide. Libelistas a sueldo de uno y otro bando. Bosque de verticales calumnias. A vuestros pies la verdad ni reverdece. Fagocitas pureza con la indolencia de los curtidos verdugos.
Día tras día me repito que la venganza es inútil y que intente ser feliz. Pero siento también que me equivoco al reprobar mi leit motiv. Si hacer justicia me hace feliz, porque razón debo dejar sin castigo un crimen. Construyo más allá del valle de lagrimas, aunque camino en el. Veo sus manos manchadas de sangre inocente todos los días, recordándome su atroz crimen. En el otro mundo pagará, pero en este si yo puedo también.
Hay un camino, que serpentea muy poco y va directo a la cúspide. Es el hambre la que crea esta vereda sin hierva y tan transitada. Hambre de amor. Por el camino del sexo acederas al poder y podrás llevar a cabo el magnicidio. Quien tu ya sabes que dio la orden tiene necesidades y a través de de ellas las tuyas vas a satisfacer.
Soy un animal aterrado hondeando la bandera de sangre. El altivo orgullo de los necios. Enfrascado en las miseras valías. Buscaré la luz dorada del corazón de oro. El que no exige tributos, ni sacrificios, ni privaciones. Cabalgo en la claridad crepuscular a lomos de la tristeza. Cuando llegará el fogonazo que me desapee. Será antes de que nos aniquilen. La gloria del último estertor. Ráfaga refulgente de verdad. El tiempo en el postrimero instante lo cura todo. Melancólico y rocambolesco fin.
Luna en la noche menguante. Una hoz afilada y cortante. Rendido en el cálido sopor del lecho. Hundido en la invasión sin techo. Aculturado. Colonización silenciosa. Algarada de salmos y brillos exóticos que borra lo propio. Nos diluimos como un terrón en un estanque. Que quedará de nuestra laboriosa entelequia. Rendidos en el silencio, en el paso lento. Sin linajes, sin casas. Ya todo lo hemos vendido, el oro , los palacios, los tesoros. Y denostamos al más auténtico de los auténticos, denostamos a nuestro Dios.
El dolor mantiene despierta la mente. Dichosos los que sufren, porque con dolor cambiaran el mundo. Heredad de pecado. Salón de vicios y aires infectos.
Me ciega el sol rasante del amanecer. Los arraigados vicios. Los desarraigados valores. ¿Como volver a arraigar.? ¿Como desarraigar.? Sin descanso me tiene mi pensamiento. En los andenes del retorno. Bienaventurados los necios que no tenéis talento porque nada tenéis que rendir a Dios. Lenguas de fuego, don de lenguas. El cilicio me recuerda con su dolor que tengo que darlo todo por los que sufren.
Será tu áspero paladar. Aroma de otros. Lengua de espinas que sin sombra viene a lamer mis llagas. No sientes culpa. No sientes remordimientos. Solo yo me torturo en el olor extraño. Solo yo me martirizo en el enemigo perfume de tus besos. Soy mi mayor rival. Soy mi mayor tormenta. Soy mi mayor censor. Nada te debo y todo te lo doy. Salario de espinas para el acerico de mi amor......................
Solo creo en el vasallaje de la sangre, de mi gente, de mi hermano. No pido razones, solo sin razón soy fiel. Construiré sin cimbra el arco por aproximación de hileras. Y bajo el cañón en el transepto no me rendiré. Amparo de desamparo. Delatan mis muñecas mis vaivenes. Curtidas en intentos de abandono. No me doma el mundo. Solo me doma el afecto. Abnegado y rendido de mi origen. Clama la calma. Reclama el clamor. Sordo estoy al gentío. No me asusta su agrio olor. Alma mía ya estas en calma. Sin renglones están tus papeles. Se desmaterializa la clave y mi espíritu ligero escapa por ella.
Lloro solo, en lo alto de la columna de fuste acanalado. Como estilita libérrimo y aislado volutivamente. Serán los canales prescritos, los que reverdecerán mis pies. La oración cambia el mundo. Estar aislado mucho más. No hace falta estar en el mundo para ver lo torcido que esta.
Tu metralla no me mata, solo me desgasta. Es tormenta de arena que mina mi solitario disfrute. En al fabrica de palabras, nada erosionas. Renglones en el más allá porque en este no tengo prensa. Persigo la aisladora opción. Ermitaño, anacoreta. Disfruto del sin disfrute. De la privación máxima. Quien de nada, ni nadie depende en este mundo agónico, ya ha alcanzado la gloria.
Fíjate en mi. Me distancio de ellos por el salvaje color. Con el no se atreven los tibios. Esos que viven envueltos en una densa nube de cenizas. Esos los del halo gris. Esos los que van siempre detrás. Los que esperan tu tropiezo. Esos los que nada lideran, pero viven de la nata del líder. Afanipteros rencorosos. Siempre vais tras los pasos del precursor, esperando zancadillear. Ávidos usurpadores de avances, de ismos, de filones de éxito. Zafios dolientes que lloran muertes y no defienden vidas. Duermo rodeado de ángeles y se reconocer el aliento del tibio diablo.