viernes, 15 de noviembre de 2013

Cataclismos buscando el amor

Pescadores de hombres.
Hombres pescados.
Islas, ciudadelas de huidos del mundo.
Del sistema arterial del afecto.
De las redes fluviales.
De las redes de pensamiento.
De las redes de palabras que aturden.
De las imágenes que a veces no valen nada.
Náufragos de una soledad multitudinaria.
Náufragos de una multitud que naufraga.
Victimas de un oleaje hostil y domestico.
De las plazas de exhibicionismo y teatro.
Abonados a las redes virtuales de queja.
Al anonimato del llanto.
A la vorágine de necesitar.
Redes de necesidad con demasía pagadas.
Somos islas y vivimos en islas, islas de desamparo.
Islas volcán que no saben si en la erupción crecerán o desaparecerán del mapa.
Cataclismos buscando el amor.

Uno asimismo se engaña

La cara quizás no sea el espejo del alma.
Pero si es un charco donde se ve el fondo de las indómitas entrañas.
Los charcos someros no mienten.
Aunque el propio charco asimismo se engaña.

Esfuerzos

Esfuerzos para no perder los estribos, la cordura, la calma.
Remonto la ira día tras día.
Recobro la calma hora tras hora.
Delicado entramado que cimento en terrenos serenos, en estanque apaciguados.
No es solo lucha, también es defensa y organizar el combate.
Es decidir partidas midiendo fuerzas.
Es hacer cordura de osadía.
Es hacer osadía de cautela.
Es cabalgar sin que te descabalguen.
Es galopar erguido ondeando mi propio estandarte.
Estandarte de saber avanzar y saber replegarse.

Vara de dar palos

Vara de azucenas.
Vara de varear.
Vara de nardos.
Vara de dar palos.
Vara de mando.
Tu eliges tu vara y con ella temido.
Desmedida es tu ira.
Desmedida es tu rabia.
En la mano asida, estrecha en la palma.
Ni vareas, ni mandas, ni tienes azucenas.
Solo a palos espantas.
Pataletas de rabia.
Palos de ira.
Palos de rastrero.
Ira de rabia.

Tengo ojos de santo

Tengo flores en las manos.
También tengo ojos de santo.
Y una palmera alta, muy alta.
Esbelta, muy esbelta.
Tengo azul, amarillo y un hijo verde.
Tengo rojo, negro y violeta.
Tengo palabras y flechas en el corazón.
Tengo alas de ángel y coronas de reina.
Tengo de todo a mi alcance en mis manos.
Por eso no tengo envidia.
Porque solo envidia quien no tiene la creatividad.

Angelito

No soy un ángel.
Soy un angelito.
No sois unas zorras.
Sois unos zorrones.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Charcos de zinc

Tras el estío explota de verdor el acanto.
Lagartos al sol.
Alborozo de periquitos en la solana.
Bañados de luz los charcos de zinc.
Ondea la ropa blanca de bordados de paciencia de ayer.
Patio claro, patio de casa de piedra.
Las acciones hablan, la luz habla y ni el estío, ni el otoño las calla.

Trepar al más alto árbol

Como vas a entender de amor.
Fuiste una cónyuge vendida a días de la amañada boda.
Eras un parón de mula que pide alfalfa.
Viaje de casa atroz a casa atroz.
Demasiado en común para sentir atracción.
Era una unión virulenta, para hacerse aun más resistente.
Fuiste aquel día una bola blanca con grasiento copete, rubio de potasa.
Fiesta, embajada de elencos de casas putas y casas borrachas.
Unión de nocividades.
Se trunco tu sueño, el de pillar en la preñez otro hombre.
Hambreabas otro más macho pues el pactado era poco.
Pero nada pillaste, solo cogiste dinero para engullir chocolate.
Triste historia de toxica gorda de barrio.
Sueña la planta rastrera con trepar al más alto árbol.

Ilusa proyección

Creí que era amado porque con locura yo amaba.
Ilusa proyección.
Caprichoso es el amor que hace blanco en dianas que del blanco se desentienden.
Con locura me amaron y nunca ame yo. 

El amor a veces no existe

El amor a veces no da frutos.
El amor a veces no enraíza.
El amor a veces no florece.
El amor a veces no existe.

El sinsabor de mis pasos

Diluviará sobre la grava fina.
Sobre los destellos de cuarzo.
Llegarán los fríos y se borrarán las huellas de mis plantas.
Testimonio de alivio.
Seguí tu partida.
Tu esforzado abandono.
El precio del estigma.
Borrado el camino ya no hay regreso.
Olvidaré el sinsabor de mis pasos.
Acurrucado descansaré en un recodo.
Descansaré de las jornadas.
De las jornadas sin jornal.
Mi cobro es la meta de en el futuro horizonte, volver a tropezar contigo.

Sin sonajero

Gordas sin sonajero que os entretenéis mutilando las alas a una mariposa.

Cain y Abel

Lideres enfermos que enfermáis un país, intentado desmembrar partes de un todo.
Caines y Abeles es siempre la historia.
Mareas negras que aunque no existan se crean.
En la división esta el rédito de pocos, esos pocos que lideran borregos al esquileo de su hacienda.
Cain enfrenta y vence y luego el pueblo pena la cainita contienda.
Tras el perdón ya nada debe removerse y quien lo remueve busca revuelo y cazar a traición por envidia a Abel. 
Analistas de altísimo calado que en bajezas os entretenéis no enredéis en la herida, pues hurgar en las llagas provoca sangrado otra vez.

Nos empeñamos

Gratamente saciado a pesar del camino de marros.
Gratamente pleno a pesar de tus besos de judas.
Gratamente querido a pesar de tu ausencia constante.
Nos empeñamos en llamar amor a quien menos nos ama.
Nos empeñamos en seguir a lado de quien menos nos quiere.
No se desmorona mi torre ebúrnea porque tengo a mi Dios.
No se desmorona mi casa de cristal porque tengo a mil guardianes amigos, impidiendo que lleguen a mi fragilidad tus pedradas.
No arrasa la soledad mi alcoba porque duermo con ellos.
Los que velan mis sueños y los que calientan con su aliento el frío de tu ausencia.

Ebrio está el mundo

Ebrio ebanista que has construido un altar al zafio.
Ebria feligresía que rindes culto a un sapo.
Ebrio está el mundo de poder.
Crecido y henchido por el viento favorable.
Y el ego borracho encarama al Olimpo a seres iguales.
Dioses de miseria, usura y crimen.
Dioses rastreros de envidia y celos.
Ebrio está el hombre que tiene dinero.