Putas perras que no queréis a los perros que asco me dais.
Gordas en los comistrajos de la miseria.
En los parpados azules de un enranciado querer ser.
En los modelitos de mercadillo, de licra y tejidos de segunda vulgar piel.
Buches voraces de olor a sardinas.
Bocas chupapollas de rojo puñeta de bazar chino.
Vientres estriados, almas llenas de estrías.
Hambre de filas, filas en las que solo se entra si se pasa hambre.
Es vulgar el star del tocino.
Y de la casa neta, de tanto y aburrido fregar.....................
martes, 25 de febrero de 2014
cárcel de cuatro esquinas
Desgraciado el que no tiene méritos.
El que no tiene hacienda.
El que no tiene norte.
El que nada ha perdido.
El que nada ha ganado.
Reinas populacheras de la fregona.
Del estropajo.
De la escalera.
Vida de peldaños que nunca se ascienden.
Vida de barrio que es un mundo.
Mundo de miseria y de pobre calceta.
Cárcel de cuatro esquinas.
Cuatro esquinas tiene tu cárcel.
El que no tiene hacienda.
El que no tiene norte.
El que nada ha perdido.
El que nada ha ganado.
Reinas populacheras de la fregona.
Del estropajo.
De la escalera.
Vida de peldaños que nunca se ascienden.
Vida de barrio que es un mundo.
Mundo de miseria y de pobre calceta.
Cárcel de cuatro esquinas.
Cuatro esquinas tiene tu cárcel.
Desgraciados los cerdos que nacen y mueren en la misma cochinera
No temo a las murmuraciones yo se cual es la verdad.
Y los que hoy ríen quizás mañana les toque llorar.
No todo el mundo renuncia por amor aunque sea el amor a un animal.
Difamar es muy fácil solo hay un requisito hay que tener fama.
Difamar es muy fácil solo hay un requisito hay que tener fama.
Creen los necios que determinados árboles han caído y solo se han trasladado a un sitio mejor.
Desdichados los cerdos que nacen y mueren en la misma cochinera.
En el festín de la carroña
En el festín de la carroña donde las crías aprenden las malas artes.
Días de sebo y gloria en la pobreza de luces de la cochinera.
No teme la comadreja el juicio, no teme no ir al cielo.
No siente remordimiento por ametrallar a un jilguero.
Siembran con malas artes el veneno de la cizaña.
En los chozos de aspavientos, vientos de frío y cólera.
Barrizal en el que revolcar las mantecas titiriteras.
Días de sebo y gloria en la pobreza de luces de la cochinera.
No teme la comadreja el juicio, no teme no ir al cielo.
No siente remordimiento por ametrallar a un jilguero.
Siembran con malas artes el veneno de la cizaña.
En los chozos de aspavientos, vientos de frío y cólera.
Barrizal en el que revolcar las mantecas titiriteras.
Penas que saben a gloria
Marchita el silencio el valle.
Glorias que saben a penas.
Penas que saben a gloria.
Tambores atronadores que abren heridas.
Traspiés que no terminan en caída.
Glorias que saben a penas.
Penas que saben a gloria.
Tambores atronadores que abren heridas.
Traspiés que no terminan en caída.
La traca final
Mi fe no es ciega es razonada y tiene muy claro en quien creer.
Puertas que el destino quiere que se cierren.
Puertas que el destino quiere que se abran.
Es la soledad explosiva de la traca final.
Alarido de luz en la cerrada noche.
Puertas que el destino quiere que se cierren.
Puertas que el destino quiere que se abran.
Es la soledad explosiva de la traca final.
Alarido de luz en la cerrada noche.
lunes, 24 de febrero de 2014
Todo va a la mar
La muerte llega a traición.
Aunque no cojas callejas recoletas.
Siempre nos espera un pleito.
Agazapado en las cunetas, entre las zarzas.
Los que escapan de las levas.
La valentía que da el oro.
Y la cólera que genera estar relegado a la sombra.
Ni tras la custodia.
Ni tras el armiño.
Ni tras la piel de la zorra.
Ni Dios nos salva de la intriga.
Ni Dios nos salva de nuestro risible fin de vida de tragicomedia.
Aunque no cojas callejas recoletas.
Siempre nos espera un pleito.
Agazapado en las cunetas, entre las zarzas.
Los que escapan de las levas.
La valentía que da el oro.
Y la cólera que genera estar relegado a la sombra.
Ni tras la custodia.
Ni tras el armiño.
Ni tras la piel de la zorra.
Ni Dios nos salva de la intriga.
Ni Dios nos salva de nuestro risible fin de vida de tragicomedia.
Querencias perras
Esquina de los vientos.
Vientos de venganza.
Da amores truncados en el odio de las zarzas.
Lazareto de mis ruinas.
Vidas de enfermos de desesperanza.
Querencias perras.
Dolor de piedras en el bajo vientre.
De espinas hondas en los pies.
De camino empeñado en el duelo.
De cerros inmisericordes que por promesa tengo que escalar.
Si solo caminara por mi ya me habría rendido.
Y mis huesos en el valle tus buitres ya habrían esparcido.
Vientos de venganza.
Da amores truncados en el odio de las zarzas.
Lazareto de mis ruinas.
Vidas de enfermos de desesperanza.
Querencias perras.
Dolor de piedras en el bajo vientre.
De espinas hondas en los pies.
De camino empeñado en el duelo.
De cerros inmisericordes que por promesa tengo que escalar.
Si solo caminara por mi ya me habría rendido.
Y mis huesos en el valle tus buitres ya habrían esparcido.
El amor nada somete
Uno se habitúa a la gratuita generosidad porque esta no pide ningún arancel.
Y la encuentra lógica y natural, la ve obligación.
Pero el receptor no se obliga, a resarcir esa dádiva, a compensar con generosidad ese gesto.
Más bien osado muerde la mano desnuda de poder y vestida de entrega.
Muerde la mano que da y besa la mano que empuña un machete.
Besa y lame las botas de quien lo somete.
La caridad ni ansía, ni quiere la cúspide, pero tampoco busca el desprecio.
El escarnio, que el socorrido despóticamente le propina .
No rinde el amor sin medida, no esclaviza la entrega.
Sólo somete el temor y el arbitrario desprecio del dominador
Enrejado durmiente
Me despierta el amargo café al tímido sol.
Huye entre nubarrones.
Huye entre trinos proféticos de lluvia.
Huye entre avaros rabilargos.
No se levanta la niebla que se marida con el humo bajo.
La esquelética parra enrejado durmiente tamiza pobreza.
Y yo despierto de la sombra con un negro y amargo café.
Huye entre nubarrones.
Huye entre trinos proféticos de lluvia.
Huye entre avaros rabilargos.
No se levanta la niebla que se marida con el humo bajo.
La esquelética parra enrejado durmiente tamiza pobreza.
Y yo despierto de la sombra con un negro y amargo café.
Hijas de la vida
Me he refugiado entre las hijas de la vida.
Para a prender a vivir por dinero.
Para enfundar con descaro mi apocado espíritu.
Para practicar la voluptuosa usura.
Teatrillo de gemidos.
Necesito atender heridas y es cara la caridad.
Y plantar batalla a las huestes que al pobre saquean.
Necesito acercarme al mundo para aprender sus fisuras.
Nada es elevado, nada es solemne.
Todo renquea en el mismo sitio, en la obscura alcoba.
Vicios que abren puertas, vicios que salvan vidas.
Necesito aprender teatro para en la mentira piadosa salvar el mundo.
Para a prender a vivir por dinero.
Para enfundar con descaro mi apocado espíritu.
Para practicar la voluptuosa usura.
Teatrillo de gemidos.
Necesito atender heridas y es cara la caridad.
Y plantar batalla a las huestes que al pobre saquean.
Necesito acercarme al mundo para aprender sus fisuras.
Nada es elevado, nada es solemne.
Todo renquea en el mismo sitio, en la obscura alcoba.
Vicios que abren puertas, vicios que salvan vidas.
Necesito aprender teatro para en la mentira piadosa salvar el mundo.
domingo, 23 de febrero de 2014
Los bellos rostros
Arqueros de los prejuicios.
Cubiertos de tierra y polvo.
En el boscoso cerro de los traidores.
Hondas reflexiones de bellos rostros.
Es la sinrazón de los agravios.
El miedo a prometer vasallaje al mejor rey.
Y negar el galardón de la victoria al vencedor.
Cubiertos de tierra y polvo.
En el boscoso cerro de los traidores.
Hondas reflexiones de bellos rostros.
Es la sinrazón de los agravios.
El miedo a prometer vasallaje al mejor rey.
Y negar el galardón de la victoria al vencedor.
De un manotazo
Fue un manotazo el que aparto la luz mortecina.
Infeliz que quiere morir.
Pensamiento que cerrando los ojos solo quiere contemplar belleza.
Belleza de sombras que alimenta el pesar.
Fue un manotazo el que descorrió la cortina para que la infamia pueda pasar.
Luz sobre el sufrimiento.
Luz para dejar de sufrir.
Solo enloquece el que no ve la zafiedad de la belleza rubia.
Solo enloquece el que no quiere a la cara la cruz contraponer.
Infeliz que quiere morir.
Pensamiento que cerrando los ojos solo quiere contemplar belleza.
Belleza de sombras que alimenta el pesar.
Fue un manotazo el que descorrió la cortina para que la infamia pueda pasar.
Luz sobre el sufrimiento.
Luz para dejar de sufrir.
Solo enloquece el que no ve la zafiedad de la belleza rubia.
Solo enloquece el que no quiere a la cara la cruz contraponer.
Manos de príncipe
En la estancia de las toscas y enyesadas paredes.
Parco espacio para escudriñar últimas voluntades.
Manos que denotan altura de príncipe.
Príncipe que se despide como un simple mortal.
Leeré las palabras que no grito su garganta.
El forcejeo de quien no ha nacido para resistir.
Bellos bucles de oro que desmadejo la postrimera hora.
Azul opal que disfraza desdichas.
Hay tormentas que asolan palacios.
Hay palacios que no protegen de las tormentas.
Intrigas que fuerzan a la propia mano, a hacer lo que la mano cobarde incita.
Sin huellas del crimen.
Solo la dulce huella de la elegida entrega.
Manos de príncipe, que al príncipe ahogan.
Parco espacio para escudriñar últimas voluntades.
Manos que denotan altura de príncipe.
Príncipe que se despide como un simple mortal.
Leeré las palabras que no grito su garganta.
El forcejeo de quien no ha nacido para resistir.
Bellos bucles de oro que desmadejo la postrimera hora.
Azul opal que disfraza desdichas.
Hay tormentas que asolan palacios.
Hay palacios que no protegen de las tormentas.
Intrigas que fuerzan a la propia mano, a hacer lo que la mano cobarde incita.
Sin huellas del crimen.
Solo la dulce huella de la elegida entrega.
Manos de príncipe, que al príncipe ahogan.
Besos de praliné
Borrasca de pasión pueril.
Que como llega se va.
Dejando solo charcos someros.
Un pequeño desorden en el jardín.
Y un suave olor a húmedo tropiezo.
En el amargo sabor de los chicles de fresa.
En las labios que besan mientras chupan un polo de limón.
En la febril pesadilla de lo no consumado.
En la caricia a través del grueso abrigo de cheviot.
Esa fue mi derrota.
Que lavo en los chascos.
Que oreo en el jardín.
Que intento borrar bajo la tormenta.
Besos de praliné.
Caricias entre apuntes.
Entrelazados los dedos para sentir en ingenuos gestos lo que realmente era el amor.
Joyel de valor incalculable con el que alimente el hambre de brillos de los grajos.
Que como llega se va.
Dejando solo charcos someros.
Un pequeño desorden en el jardín.
Y un suave olor a húmedo tropiezo.
En el amargo sabor de los chicles de fresa.
En las labios que besan mientras chupan un polo de limón.
En la febril pesadilla de lo no consumado.
En la caricia a través del grueso abrigo de cheviot.
Esa fue mi derrota.
Que lavo en los chascos.
Que oreo en el jardín.
Que intento borrar bajo la tormenta.
Besos de praliné.
Caricias entre apuntes.
Entrelazados los dedos para sentir en ingenuos gestos lo que realmente era el amor.
Joyel de valor incalculable con el que alimente el hambre de brillos de los grajos.
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