Siempre hay alguien que apuntala la felicidad. Y a veces el puntal no es el más feliz. Él es solo el que más cede. Él es el que más trabaja. El que más mima y consiente. Los puntales se consienten pocas aventuras. Pocas veleidades. Pocas horas de descanso. Nunca piensan que sin ellos todo se desmoronaría. Y si se desmoronaría. Y se desmorona. Mira si tu felicidad esta apuntalada. Y si es así, mima a tu puntal.
Se rompen los vínculos. Cada vez más desatado. Pero no más solo. Porque en la claridad no hace frió. Sin la compañía de los extraños acompañantes. A los que ya no extraño. El mirar hacia atrás y verlos me produce extrañeza. Extrañamiento, sensación de vació en la proximidad. Manos blandas que no dan confort. Cuerpos a los que infundí alma. El alma del amigo. El alma del amor. Ahora sé que ya no volveré. Porque no reconozco nada. Porque no reconozco a nadie. En mi abandonado ayer.
Suspiros de agonía. Angustia cuando se cae en el hoyo del estercolero. Es la pluma un flotador. Son los renglones hilos con los que tejer la red salvífica. A salvo de las voces guturales que ahogan el socorro. Esperando el diluvio de fuego, que calcine a los enemigos. Crece el hambre entre los matorrales que cierran la luz al trigo. Al bueno fácilmente se le achica. El malo fácilmente se crece.
Cuando el pudor atenaza. Y la lluvia de destellos de la bola de espejos, ajena a todo, no para. La vida es finita y los talentos caducos. El ritmo necesita del tiempo. Y aunque es música el silencio, este no puede llenar todo el espacio. No puedes ser victima de la inacción. Presa del pánico escénico. La vida no es un entreacto. La vida es un acto en el que se pueden, si se actúa, hacer descansos.
Están tan pobladas las alcantarillas. Que en silencio nos invaden desde ellas. Tropa de furia que se mimetiza. Tropa de ruines que para ser, de tu talento se apoderan. Usurpan en la generosidad del brillante. Que como la fabrica de alhajas la tiene en casa. Fácilmente de las radiantes gemas se desprende. De las alcantarillas llegan. Las canis peliteñidas. Las que calcan mariposas. Las que aturdidas en demodé star estropean besos de cine. Invasión que hay que identificar y poner a raya. Rayas de acero, nueva muralla china para frenar la vil plaga.
Es la decepción el firme de mis pasos. Es la espuela que aguijonea mi trote. Es el cemento de mi edificación. Amasado con lagrimas. Y puñetazos de ira en la mesa. En la mesa de los almuerzos de mi soledad. Hincho mi pecho con el aire frío. Con la contenida violencia. Con la soberbia que da levantarse tras tropezar.
La vida no es una instantánea. La vida es movimiento. Recodo, rápido y remanso. Sectarismo, doctrina seguida por muchos. Aunque reconocida por muy pocos. Es la realidad sesgada. La visión a medias. El obviar una parte. El llamar por la parte al todo. Lo que construye el error. Ni todos los bosque son pinares. Ni todo el monte son robledales.
Quien merece la gloria recibe castigos. Latigazos de las leguas de ponzoña. De las lenguas de los paladares saciados. De los saciados sin ningún paladar. Llueve en el balcón y llueve de hostigo. Buscan mi tara para ser mis iguales. Cortan mis piernas para poder sobrepasarme. No soy yo el que asciende a la cumbre. Es la cumbre la que nace a mis pies.
Como lamento no poder lamentarme. Con la estridencia de las fulanas de las esquinas. Con la algarabía enlutada de los corros de cuervos. Con las alharacas de las meretrices que cataron la cumbre vendiendo moqueros. Como lamento no poder dar alaridos en la plaza publica. Y ser jaleado por el vulgo que ante la ordinaria ola hace peligrosa marea. Como lamento el comedimiento que mi cuna me dio. Comedimiento que hace que no tenga hambre de aplausos. Comedimiento que me aísla en la burbuja del tranquilo silencio. En el confort de la ausencia. En la casa sin nada donde celestial suena el susurro. Como lamento estar enquistado en el atrofiado hedor de la chusma.
En la cama con un extraño. Extrañando la mano amiga. El gesto próximo de amor que arropa. Saciado pero no lleno. Al lado pero deseando marcharme. Colisión que tras el roce pide distancia.
Muere entre barruntos la clara turbia. La lechosa de alma negra. La reina del arenal. Muere con la mueca de la malicia. Con la descompostura del que sabe que sus crímenes nadie se los va a perdonar. Muere en la soledad zahína de los iguales. Correligionarios de crimen y hurto. Arpías que cuando cierre los ojos de las orejas los zarcillos de oro le van a arrancar.
Erra la la rata que marca paquete. Paquete de errata. Ríe entrillada la rata con histérico soniquete.. Rata con dientes de oro que da siempre la lata. Rata que sus ansias enlata. Alma de hojalata tiene la rata. Rata ratera, rata de frite y patatera. Rata glotona. Rata viciosa y tragona. Hay rata para rato. Pero ya lejos ni irrita. Ya lejos no grita. Ya lejos si critica, no me importuna. Me he sacudido a las ratas. Y ya no hay en mi vida ninguna errata.
Hay bajas que son necesarias. Por amor propio. Por higiene mental. Hay árboles torcidos que no dejan ver el bosque. Y a esos árboles los hay, más temprano que tarde talar. Farfulla que en hojarasca toxica envenena el ambiente.