Son amargos los fracasos, pero es de lo que más se aprende.
Caridad espero muy poca.
Piedad ninguna.
No me medirán, como he medido.
No se apiadarán, como yo me he apiadado.
No presupongo, sé.
No escarmiento en cabeza ajena.
Pero me curto para sentir la estampida.
Lo que con celeridad llega, con celeridad se va.
Puñados de aire, que al abrir las manos se quedan en nada.