martes, 30 de junio de 2020
Tengo un cedro
¿Quién soy yo?
Para tenerte preso.
Si en mi hacienda no hay torres,
para otear el llano.
Todo lo que tengo,
cabe en un puñado.
Todo lo que valgo,
lo encierra mi pecho.
Todo lo que soy,
es del viento.
En la ladera norte,
tengo un cedro.
En la rivera llana,
planté un almendro.
No estoy llorando,
es sólo el viento.
Ese imponderable,
que mece tormentas
y en mis tristes ojos,
aviva tormentos.
Hasta que el corazón se para
pero a pesar del peso
y la tendencia a referenciar,
continuamos presos y vivos,
y aunque de distinto modo,
uno tiene que vivir y sentir,
y no dejarse atenazar por la ñoñez y el ridiculo,
porque estas son percecciones más externas, que internas.
Vivir y amar es una abrupta cima,
con sus dos vertientes,
la de solana y la de umbría,
ambas son cara y cruz de una misma cúspide,
y vivir es soportarlas ambas.
Tus preciosas palabras,
retratan añoranza,
un imposible retorno,
y unos sentimientos,
que por primigenios,
son imposibles de transportar al hoy curtido de nuestro presente,
nada vuelve y todo lo atesorado martiriza.
Pero eso no quiere decir,
que en el presente,
no esté esperándonos con los brazos abiertos,
un nuevo amor crucial.
Las rutinas nos salvan,
pero tambien nos esclavizan y atan,
a una comodidad de paz,
de meando dormido,
pero esa calma,
también embalsan en el pantano del comedimiento,
nuestra otoñal primavera,
esa primavera que despierta cuando nos sentimos pánfilos
y esquivando la convención y el corset de lo impuesto,
no nos importa mostrar
que la floración resquebraja
la plástica frialdad sintética de nuestra autonegación.
No se consigue la plaza que no se asedia,
no se gana la batalla que no se da,
no hay erupción
si uno se niega ser volcan.
Todo en su tiempo,
todo con su furia,
todo en su contexto
y sin obsesionarse en referenciar.
Si el alma se queda ciega,
el alma aprende a leer a través del tacto,
el alma, corazón mío,
no se esfuma
hasta que el corazón, se para.
lunes, 29 de junio de 2020
Cataclismo
Sólo si derribo la vieja torre, la puedo reemplazar por una nueva.
Bellos alfiles, que a mis órdenes, reducirán a cenizas el viejo alcázar.
Bellos peones, que para complacer mis deseos, el fuego no apagarán.
Sólo, si un cataclismo me libera de esta cárcel, podré ser libre.
Tiemblo presintiendo el terremoto, tiemblo y ansío, que sus ocho grados asolen la tibieza.
Seísmos que abrirán mil vanos, en el pétreo muro de mi añosa soledad.
Cárcel de oro, cárcel en la que no siento ningún placer, luciendo los trofeos de mis alhajas.
sábado, 27 de junio de 2020
Escarcha O'Hara
Escarcha O'Hara, era el pretencioso nombre que se había puesto Eufemia, todas las putas deliran, pero Eufemia en sus delirios, iba un paso más allá.
miércoles, 24 de junio de 2020
Nadie me mira como tú
La reciprocidad existe y aquellos dos tiernos adolescentes, que se iniciaban en las lides del amar, eran la viva prueba del embeleso del cándido y puro amor.
Ebrios de caricias, ciegos de pasión.
domingo, 21 de junio de 2020
La soberana belleza
Que labriega es la palabra surco, y qué hondo siento, que se clava en mí, el arado.
Es tiempo de legar corona, es tiempo de ceñirse espinas.
En el paredón de las desdichas, ha muerto el Rey.
Principes de la vanagloria, se han disputado su cetro y su corcel.
domingo, 14 de junio de 2020
Rebañadera
Si la mona se desviste de la seda, más mona se queda.
Hay proezas efímeras, como efímera es la crisálida, de la que no sale una mariposa.
Porcelanas rotas, que no arranca del lecho de fango, ni la rebañadera.
Callejuelas malolientes
Callejuelas malolientes, desde las que la canallería jalea alterada, que lo derriben todo.
La turba incompetente, tabernaria, de amigachos, sólo codicia el botín, sin ninguna alta idea.
Un Himalaya de mentiras, así es la peste, que asola nuestros días.
Marionetas sin hilos, pero manejadas con los cables de acero con los que ata y somete, la envidia.
En esta farsa de deshonestidad, la chusma cree, y los prebostes la cocinan.
Hasta la más pequeña marejada, tiene su epicentro, y ese, siempre está en el ansia de poder.
viernes, 12 de junio de 2020
Pensamiento tragico
Estoy a merced del oleaje de mi pensamiento trágico, en mis noches negras e insomnes.
Pleamar que lame mi abrupta costa y deja varados en ella a mil terribles monstruos.
Analizo y me atormento con mis pocas decisiones, porque soy muy de dejarme mecer por las manos próximas.
Nadie me salva en la noche eterna, nadie decide por mi y me quita el tormento de decidir.
Primero arar
No es la caridad una destreza, con demasiada frecuencia es la puerta del fracaso.
Encharcarse con las tormentas ajenas, nos llena de plomo las alas.
Difícil volar anegado de infortunio ajeno y muchas veces infortunio merecido.
Ayudar es un gesto bello, que amputa brío.
La caridad, abre con demasiada frecuencia la puerta a la peste.
Es fácil, muy fácil, que la alimaña muerda la mano de la caridad.
El mundo, nos repite que se recoge lo que se siembra, y eso no es cierto, porque si siembras, tienes tu propia cosecha y no necesitas caridad.
Otra cosa es, cuando puntualmente tus empresas se tuercen y sin pedir, porque no es lo tuyo, no desdeñas la caridad.
La caridad, nos deberían enseñar a administrarla, a condurar ese ímpetu por ayudar.
No se debe salvar a quien no lo merece y se debe forzar a resarcir y agradecer a quien uno se entrega. Porque ser cigarra es fácil y es la hormiga la que laboriosa atesora sudor, que está ciega etica nuestra le obliga a compartir, con el sinsentido que entraña dar trigo, sin enseñar primero a arar.
El crucifijo
Materialmente no valía nada, pero cuando por casualidad, alguien que lo guardaba desde entonces en un bolsillo, se lo entregó en la barra de un bar, y paso a su palma, sintió que los objetos vibran y hablan.
Azogado estrás
Poco brilla el fatuo en la abierta naturaleza.
Sólo en la oscuridad de la noche, y con los estroboscópicos neones, se brilla con pacotilla.
La vida se enfunda de arte, el arte remeda a la vida.
Flores del campo, plagiadas por la mano diestra.
Brillos iridiscentes, de azogado estrás.
No sólo juegan las damas, tambien hacen sus escarceos, las pupilas de Satán.
jueves, 11 de junio de 2020
Expiando el bullicio
Desde mi apartada esquina.
Desde mi rincón de paz, que nadie perturba.
Desde este nido de ametralladoras, que yo solo habito.
Desde esta trinchera de gloria.
Vida contemplativa de perdigonadas dispares.
Anclado aun mundo que transcurre sin mi.
Que transcurre y me arrastra, como vagón de cola.
Parapetado vivo, sin hacer ruido, pero espiando el bullicio, de las almas activas.
Sin saber lo que expío.
Dentro de mi, pero fuera de si, por el erial que son mis días.
Gloria pacata.
Pacata tramoya, sin escena, ni bambalinas.
Reinas opíparas
Sin bozal ladran las reinas de la pacotilla, las pellejas de la antigua maestría.
Zurcen trapos, las nuevas banderas, los estandartes de la extendida miseria.
¿Quién encumbró a estas trompeteras? En la cima de esta torre de cadáveres.
¿Qué manos zafias abrazaron sus soflamas?
La perdición arriba en cuadrilla.
La ruina llega entre aspavientos y alharacas de grandeza.
La ruina nunca llega de puntillas.
La ruina vive a cuerpo de rey y orina desde las altas ventanas, al pueblo cretino que jalea su ley.
Las reinas del pringue asolan las despensas, y opíparas y necias se quedan en la puerta de los extranjeros convites, porque les impiden la entrada.
Males que el próximo no ve, y los ve el ajeno, desde lontananza.
miércoles, 10 de junio de 2020
Siento que soy de tu pueblo, querido Israel
No es fácil encontrar compañeros, y menos aun, para hablar de lo importante.
Los nuevos tiempos y su urgencia, imponen ajetreos muy necios.
Y uno se pierde y dispersa, aventando paja sin trigo.
Nada existe sin un partenaire, sin el camarada de los juegos honestos.
Somos desoladora incomprensión, sin la palmada de quien atisba la valía de nuestro intelecto.
Todo dura, el tiempo que uno comparte trayectoria, el tiempo del roce, del placentero intercambio de lacerantes caricias.
Todo se pierde, cuando la orografía y sus accidentes, separan trayectorias.
Todo permanece, a pesar de que nuestros cortantes filos primigenios, han sido domados por el rodar constante.
La memoria siempre es afilada, indómita y cortante.
Todo existe, al cerrar los ojos, porque en la memoria no se pueden amputar los miembros.
Y todos los miembros, duelen a pesar de que, en el lecho salvaje de la vida, ya no existen.
Sin palabras te entendería, pero prefiero el placer de las palabras, que son las que me hacen abrazar y abarcar la vida.
No quise nunca abrazar lo inconveniente, abrazar la maestría, ni el talento, ni la tilde diacrítica.
Pero como detesto la ambigüedad, abracé sin pensarlo la verdad y toda su estela de tormentos.
No me acicalo de verbos para mentir, me acicalo de sonoridad para pregonar en el valle, mi valentía y honesta osadía.
Entiendo de estiajes, como entiendo de irreparables ausencias, entiendo y eso me hace victima de sentir a priori las perdidas.
Me lamo la piel sin heridas, porque cuando me hieren y me defiendo con mi afilado verbo, no me puedo lamer.
Si tú, supieras todo lo que entiendo de caprichos, comprenderías que sólo vivo de ellos, y que por ellos y su fugacidad me muevo.
Un pueblo, es siempre más de uno, y siento que soy de tu pueblo, querido Israel.
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