Con demasiada frecuencia es más útil lo que detestamos que lo que amamos y eso me ha pasado a mí con el ajedrez.
La vida es una partida y vencer a tu enemigo es desplegar una paciente estrategia. Y eso hago hoy, jugar con las destrezas inculcadas, con la fuerza que me da mi Dios, con la perseverancia que me da defender la verdad.
Siempre he odiado jugar, pero en esta partida que es la vida, juego, con la bravura que me da mi estirpe, y las habilidades que me inculcó mi familia.
Ganar es cuestión de tiempo, la victoria es tesón y paciencia.