lunes, 14 de diciembre de 2020

Sentir imbricado


Construimos desilusión viviendo, 
nos desangramos en los recodos oscuros 
que nos depara la vida.
Desgarros que se infectan y nunca cicatrizan.
Manos que nunca nos volverán a acariciar. 
Miradas de hiriente vacío.
Baluartes de inexpugnable azul, que el tiempo rindió.
Amar es una enorme puñalada 
por la que termina colándole 
el helador infierno de la perdida.
Vivimos días, donde olvidamos 
que apuramos segundos 
por primera y última vez.
Te quise, te quiero, te querré, 
y todo ese sentir imbricado 
es mi lloviznoso presente.
La desidia me cubre con su manto de descuido.
Oda donde los instrumentos doblan 
por las inamovibles perdidas.
Hojas que amarillentas y cruelmente garabateadas 
vuelan en la fría noche 
de su primer y último invierno.
¿Quién abrazará mis cenizas?
¿Quién decidirá si eternamente descansan junto a las tuya?
De nada soy dueño,
soy sólo un preso 
de este remostoso y meandrinoso tiempo. 

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