arranca paginas
de nuestro calendario,
días de Santos,
días que a veces
y por unos segundos,
rozamos el cielo,
días de interminables esperar,
días devorados
por la impaciencia,
por en loco empeño
en volver a sentir
un roce,
un fortuito roce,
que desvió nuestra trayectoria,
y decidió,
que ya no queríamos,
hacer blanco
en la preestablecida diana.
El viento arranca días
de un santoral de mártires,
como nosotros,
mártires de un arrebatado amor,
como el que nosotros sentimos ahora,
un amor cimentado en un roce,
en una decima de segundo,
en una mirada que nos traspasó,
cuando de frente y sin parpadear,
nos dijo:
- Pase primero usted.