martes, 9 de marzo de 2021

Hacerse añicos


Nada nos devasta tanto 
como encajar 
en el corsé 
de la presencia. 
Envarar lo que 
natura nos legó, 
esas curvas 
que nos dan 
calor en el infierno, 
esas formas que 
nos impiden ser gráciles 
y volar como las envidiadas 
y ligeras mariposas.
Sólo a solas se puede llorar, 
desfallecer y hacerse añicos, 
romperse y lamentar 
las formas informes 
que nos legó 
el caprichoso destino.
Es difícil encontrar 
la elegancia 
en esos huesos anchos, 
en estas reservas 
para un pasar hambre 
que nunca llega.
Nada devasta tanto 
como no ser objeto de deseo,
como tener que estar 
constantemente metiendo panza.


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