No es la soledad la que genera la introspección, el síndrome de Narciso, el complacerse y amarse, es el buscar estar solo para disfrutarse frente a los sublimes estanque del remedo que son los espejos. Nos estudiamos y nos conocemos mirándonos, nos sentimos satisfechos mientras vemos como nuestra mano nos acaricia, mientras ensayamos seductoras muecas, mientras besamos la frialdad de esa barrera que nos impide abrazar al idéntico, y poner en practica con él, y él con nosotros, todas esas estudiadas destrezas que han nacido de la desnudez, de la franqueza, de las formas sublimes del que de todo se despoja.
Yo me amo, yo me mimo, yo me estimo y me complazco, y nada debo en esa transacción, porque ningún peaje paga mi cuerpo por sentir caricias, porque ningún peaje paga mi mano por acariciar.
En los estanque de aguas cristalinas, en sus brazos gélidos, es donde mejor descanso yo.
Es mi amor especular, es amor invertido, es amor que repite e imita todos mis gestos.
ROYAMOTOS & SOTOMAYOR