Somos culpables de nuestra inocencia.
Culpables de haber sido agredidos.
Responsables del trauma que sufre nuestro agresor.
Todo se retuerce porque no se quiere que nada sea sencillo.
Porque de la artificial complicación vive mucho sin oficio.
Asesinos amparados y victimas ultrajadas con tanto descuido.
No es el revés solo, es el sin sentido.
Es la pena que se le tiene al que con saña te ha malherido.
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