Es el porte de la araucaria el que tilda el fiero solar.
El que recuerda que los que escriben el hoy, no son los que lo escribían ayer.
Todo rueda y lo primero en rodar son las cabezas.
Y las proezas de las testas coronadas y toda su memoria.
Tachones de pacato para forzar el olvido.
Blasones picados y panteones readscritos.
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