Roseado por las metáforas de platino iridio.
Por los circunloquios que practico para perder al necio.
Nada cursi, nada almibarado es mi camino por el pedregal.
Lucho con los cantos aborregados, con la áspera morrena, deposito de frialdad.
Vivo sin cortinajes, sin visillos de encaje de alambicada perversión.
Siestas de monstruos, sueños bañados de luz en las alcobas de las corrientes.
Sueños de colores violentos en las alcobas de las puertas rojas y secretas.
Arcas sin paños, paños que el aire hace hondear violentos, en el arabesco de esfinges del enorme balcón.
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