viernes, 8 de mayo de 2015

Nidos de víboras

Sorprende ver que determinados nidos de víboras están en las sacristías.
Al calor de los cirios de los santos, dinamitando todo atisbo de fe.
Cómo florecer en ese pantanoso mundo de aguas turbulentas e infectas.
De manos que estrangulas mientras se deslizan por las cuentas del rosario.
Banquetes de pan y hiel, de vinos agrios, de pastelitos envenenados.
Primeros filas de seudogloria, de opíparas carroñeras que compiten por el fulgor de las potencias de latón.
Se orina el amor de Dios en la cueva nervada de la sacristía, en la madriguera donde muere desollada por las arpías la compasión.
Guarecidas a la derecha de Dios Padre, pero sin ninguna de las destrezas del Altísimo.
Huir a tiempo es mi mayor redención.
Rezo a cielo abierto donde mi Dios, si así lo desea me puede lanzar un rayo.

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