El tesón merma la frescura, opaca el brillo y el brío que nos embarga cuando se corona la cima a la primera vez.
La puerta que se abre con excesiva demora, no es que no sea gloriosa su rendición, es que se llega a ella, rendido y tras traspasarla no se siente amor, se siente furia y unas ganas infinitas de saquear y tomar por la fuerza, todo aquello que tras mil vilezas, por fin, se rindió.