en los espacios
abigarrados,
en la acumulación
infinita,
en la absurdidad
y la petulancia,
en la altanera
soberbia,
en la enquistante
pedantería,
en retorcer
tus frases,
tus palabras,
tus gemidos.
Ya no creo
nada en ti,
en el vacío,
en tu superficialidad
y en todas tus rutinas,
en tu orden
a la hora de comer,
en la rigidez,
en abandonar cosas
por el camino,
en la imperiosa necesidad
de viajar a lugares
que no te dejan huella,
Ya no creo
en tus palabras
de amor
que suenan
a necesidad.