jueves, 5 de abril de 2018

Reina Sofía


Entre bambalinas puede habitar el desorden, el caos, la guerra. Pero una vez descorrido el telón se cumple con el establecido guión.
Se desmoronan las altas torres si no se mantienen fajadas, si no se cumple el protocolo, si no se conduce uno según marca la etiqueta o norma.
Vivimos tiempos de imágenes, tiempos donde se nos observa bajo mil ángulos, tiempos de grandes angulares y autopsias en plaza publica. Como no cuidar hasta el más mínimo gesto si estamos bajo la gran lupa del periodismo que en tertulias vacuas, llena nuestras ingentes horas de desoficio.
Vivimos tiempos de prima donnas de airados modales, de Reinas que no han asimilado bien el protocolo de su oficio. Vivimos tiempos de doñas perfectas de facetados muy imperfectos, caras ocultas que terminan por aflorar.
Nieta de Reyes, Hija de Reyes, Esposa de Rey, Madre de Rey, Abuela de la futura Reina. Eso es saber estar.
Viva Sofía Reina.


Hollar


No todos los días estamos a la altura,
no todos los días sobrevolamos lo raso.
Brotan de nuestras manos,
los latidos del herido corazón,
más no siempre brotan con finura,
con certera y acertada gracia,
con el alma de almíbar
que atenúa el hollar
de la corona de espinas.

La proeza de despertar


Los lazos de la noche enredan mi mañana, enturbian el trino del alba.
Agrían el almíbar del roce de las flores.
Y mi voluntad irrevocable se afana en desprenderse de esas tenazas.
Abrasado por la luz, por la claridad que rompe nubarrones.
Abrazado a una vida que nace cada mañana.
Tributaré por la culpa con la estremecedora proeza que es despertar.
Ya nada ulula, todo son trinos, que por las rendijas de mi alma despiertan aliados amigos.
Es agotador despertar tras dormir en la tensión de la maraña de cables de liante acero.

miércoles, 4 de abril de 2018

Guerras emocionales


Soy de guerras emocionales, de siluetas que hacen teatro de sombras.
Espíritu de tinieblas que busca la paz ganando guerras.
Los principios son obligaciones, armazón que me protege y guarece.
No es todo mío, no es mío el talento de mis manos.
Ruinas doradas que si no las riegas se orinan.
Terminará mi destierro cuando las Parcas me lleven a la patria celeste.
Atropos cortará el hilo que me ata aquí.

martes, 3 de abril de 2018

Convento del Espíritu Santo, Villa de los Hoyos


Los contrafuertes le dan un aire de fortaleza a la iglesia del expoliado convento del Espíritu Santo.
Todo fue arrasado con celeridad para construir vulgares casas de aparceros, para dar postín a casas que sólo eran vulgares.
Las columnas del claustro pasaron a conformas logias traseras en las casas de los venidos a más. Los sillares pasaron a definir esquinazos en los muros de mampuesto. La altiva edificación se empleo como vulgar cantera, los soberbios cerramientos del cenobio se fueron desdibujando, para dar a luz casas sin ninguna gracia.
Parece una fortaleza la iglesia abierta al cielo, inundada de etéreo Espíritu Santo. Las destejadas bóvedas  góticas, hace ya mucho tiempo que vencidas por la desidia, se desplomaron, llenando la nave de nervados escombros, de dovelas del cielo pétreo que amparaba los altares donde regia brillaba, en el mayor y central retablo, la Gran Inmaculada que hoy preside la Iglesia Parroquial de la Villa de los Hoyos.
Todos tendemos en la medida de nuestras posibilidades a dejar testimonio de nuestro paso por este mundo, por este terreno y desagradecido infierno. Así hizo Pablo Pérez, soyano venido a más haciendo las Américas con Pizarro, quien por el siglo XVI, costeo obras en este convento y así lo narra su escudo, que campea en el muro del evangelio, el que parece una desmochada muralla, y en el que se abre una magnifica puerta de enorme dovelaje, que queda descolgada en el muro tras haber sido objeto de acarreo la escalinata que le daba acceso.
Este monasterio franciscano fue una de las tantas victimas de la desacertada desamortización de Mendizabal. Nunca un decreto hizo tanto daño al patrimonio español, como este de 1836.
Con  la venta de ese inmueble comienza su declive, comienza su ruina, comienza el proceso de desmantelarlo y convertirlo en el telúrico erial que es hoy.
Ruina romántica, cascarón vacío que nos invita a soñar con las riquezas desaparecidas para siempre y que un día encerró.

Los días nublados



Son austeros los día nublados.
Sonata de crepusculares grises.
En el encharcado suelo chapotean mis canes.
Trinan los gorriones bajo los aleros.
Y los nubarrones de piedra cercan el valle.
Ni una hoja se mueve en esta calma de plomo.
No se despeja la tristeza en esta mañana de duelo.
En este duelo de anochecer que ha llegado tan temprano.

jueves, 29 de marzo de 2018

Hora Santa


Horas Santas que son infiernos de pusilánimes enharinados,
voces de pamplineros, de meapilas del interés.
En las tinieblas retumba el grilleo del marmelo,
el susurro lechoso del tarascón.
Raquítica profundidad de desafinadas preces, de silencios de voz de vicio.
Pantomima de zorrones que en los gorigoris mal entonados encuentran desafuero.
Chascos de miseria donde naufraga cualquier plegaria.
Demasiados silencios en la ausente rima sin trino.
Huele a letrina la plegaria del mercader.

El laberinto de la pena


En los días de inmenso ruido,
se desmoronan los solares de arena,
castillos de tinieblas de teatral humanidad.
No busco tu mano en el jardín de las sombras,
sólo busco el olvido,
superar tu zalamera risa,
que me condujo al laberinto de la pena.
Vago entre las borrascas de la evaporadas lagrimas.
Naufrago en la hiel de los celos.
Mi sino es huir del recuerdo,
evitar colisionar con tu altiva frente.
El que no se interroga no encuentra respuestas,
el que encuentre respuestas cada vez más se interroga.

Los irreconocibles seres que antaño nos dieron la vida


El mundo nos desgasta, nos erosiona, nos opaca.
Perdemos consistencia y caminamos hacia la evanescencia.
Surcos de labriego mercar.
Orientes cuajados de maculas.
El tiempo tortura el fruto de la abnegación.
El tiempo desmerece proezas.
El tiempo ladrón de segundos, que no son, ni arena en la inmensidad.
Perdidos en las entrañas del cosmo.
Rendidos en los confines del orbe.
Vestidos de alcurnia, paseamos los logros, que el desierto engullirá.


miércoles, 28 de marzo de 2018

Ruido


Vivimos haciendo ruido.
Aislándonos del ruido.
Vivimos buscando la concentración.
Buscando canales perfectos de comunicación.
Canales sin interferencias.
Vivimos buscando receptores.
Buscando quien quiera recibir y replicar nuestra emisión.
Somos islas de ruidos internos.
Selvas de gruñidos.
Infiernos de palabras de miel.
Vivimos generando infiernos.
Vivimos desgastando palabras.
Vivimos del brillo de nuestra fatídica voz.

El tiempo tasado


La luna nos llama, cuando se acaba el tiempo tasado.
Se acaba el calor, cuando se evapora el tiempo.
Lividez tras la perdida frescura.
Rigidez y dolor tras el ultimo aliento.
La luna nos llama y tras la marcha cierra la puerta y finiquita el adiós.
Tiempo finito, efímero, malgastado.
Besos estancos, besos de fríos rescoldos, besos que abren el olvido.
Somos vulgar hojarasca que pronto se descompondrá.
Energía que construirá quizás futuro.
Pocos son los llamados a la gloria mundana.
Pocos muy pocos serán pedernal.
Sólo polvo, polvo sin proezas.
Polvo de olvido.
Miseros granos de arena, en el anónimo arenal.

martes, 27 de marzo de 2018

Defectos perfectos


Defectos perfectos.
Maculas que nos hacen únicos.
Rarezas de visionario.
Brillo cegador de colosalidad.
Maravillosas taras.

domingo, 25 de marzo de 2018

No es buena la piedad


Dejamos vivas muchas alimañas, sólo porque creemos que es buena la piedad.
Por la caridad entra la peste, por ser caritativos recibimos mortales cornadas.
Teatro de mezquinos que solo saben parasitar.
No perdonar nos alarga la vida.
Impedir que se vuelva a acercar a nosotros quien nos traiciono, es una muy sabia decisión.
Etiquetar venenos, nos impide volver a cometer el mismo error

Nubes férreas


Lechos de espinas son los días felices en los amaneceres de derrota.
Nubes férreas que lloran frente a mi ventana.
Recordar es una atadura, es un ancla.
Recordar genera nostalgia.
Lechos de rosas marchitas, que ayer embriagaban jugosas.
Hay tantos lo siento, por decir.
Hay besos de borrasca.
Hay tantos te quiero, embridados.
Quizás en la cumbre no este la gloria.
Quizás la gloria, habite en el llano.
Islas de negro pedernal.



sábado, 24 de marzo de 2018

Qué se pide a Nuestra Señora del Buen Varón


Cuando el amor se resiste, es que ha llegado el momento de recurrir a los Santos, porque si uno no lo hace, se queda para vestirlos.
Los juglares, cantaban en el atrio que hay delante de la portada románica de la Iglesia de los Hoyos, romances de bellas y devotas doncellas que ponían velas y exvotos a María, para pedir y agradecer los milagros de tan conseguidora imagen, doncellas que habían encontrado el amor tras la intercesión de Nuestra Señora del Buen Varón.
La fe obra milagros y la devoción hace el resto, y en ese capitulo, entra peregrinar a lugares telúricos, como la Iglesia de la Villa de los Hoyos.
Dice la tradición, que no hay nadie mejor para encomendarse en cuestión de amoríos, que encomendarse a María y sobre todo a Santa María del Buen Varón, advocación que ha amparado a muchos varones linajudos de la muy noble y leal Villa de los Hoyos.
Todo este pedir y rogar viene de muy, muy atrás. Pedir a los Santos un buen casamiento, pedir que nos hagan colisionan con el salvífico amor, con el mejor amante, es algo muy arraigado en el acervo de esta Sierra de Gata. En esta Villa de los Hoyos, siempre se ha pedido este favor sobremanera, a la antiquísimia talla de María, imagen que vino con las batallas, que llego a los Hoyos expulsando moros, Virgen de reconquista.
Es una Virgen de campaña, es una Virgen de pequeñas dimensiones, Virgen de astures, navarros y vascones, Virgen a la que profesaba una gran devoción el Ducado de Alba. Es una talla que desde el origen de la Iglesia de los Hoyos, ha presidido siempre el altar mayor. Entre nubes y querubines está hoy en el centro del catedralicio y churrigueresco altar, flanqueada por San Ramón Nonato y San Bartolomé y su terribilidad.
A  esta escultura en madera policromada de la Virgen del Buen Varón, se le pedía valentía, se le pedía la dicha de que nos traspasará el dardo del amor profano, se le pedía que nos logrará el mejor amante posible, se le pedía un amor valiente, que nuestro amor amante fuera un hombre aguerrido y clemente.
María del amor ferviente, del febril amante, del solicito compañero que nos ilustra con caricias el Cantar de los Cantares.
También, uno se encomendaba en las manos de Nuestra Señora del Buen Varón, para perpetuar con el mejor, con el Buen Varón, un linaje. Se buscaba con su amparo, al mejor heredero de nuestra sangre, al hombre audaz, al buen hijo y esposo, al perpetuador de la estirpe, al emprendedor que buscara fortuna incluso allende los mares, y que cumpliera escrupulosamente con las leyes de la Santa Madre Iglesia y  con las normas de la casa matriz de sus ancestros, y que por ende diera venturosa descendencia al solar y al blasón patrio y familiar.
Buen Varón, dos palabras que definen la felicidad de una estirpe. María del Buen Varón, una advocación mariana, que desde el siglo XIII y desde la telúrica y mágica Iglesia de la Villa de los Hoyos, obra milagros y empareja a quien se lo pide, con el mejor amor posible y con la descendencia más aguerrida y conveniente.