domingo, 5 de enero de 2014

ETA no solo mata cuerpos, también mata el alma.

Cuando decir la verdad es delito.
Cuando te silencian en una lluvia de insultos y amenazas contra ti, tu familia y tu casa. 
Y nadie, nadie de la autoridad hace nada. 
Cuando tras derramar tu sangre, la sangre de tus afectos, los asesinos pisotean y chapotean con chanzas en el charco de roja e inocente vida por la patria derramada. Ya esta bien de tanto hurgar en la llaga, de tanto y tanto hacer sangrar otra vez la herida.
Y digo que es delito porque no esta protegido por nadie. Nadie ampara al que dice la verdad en este enredo de eufemismos, justificaciones y lecturas imposibles de una realidad que esta tan clara.
Hemos dejado campar al malhechor a sus anchas, recoger el fruto de sus crimenes y reírse de lo fácil que es extorsionar a un estado, que ya de estado no tiene casi nada.
Ahora solo queda seguir cediendo, seguir desamparando a los judíos de hoy, seguir dejándolos a su merced, subyugación y chanzas. Bromas de los nuevos nazis, de los nuevos pistoleros, de la nueva aunque hiede, mafia.
Hemos permitido que ni resarzan, ni pidan perdón, a quien para sus logros ha puesto los muertos, los muertos con los que ETA ha amedrentado a quien piensa diferente y no saca grasa, de este negocio de cadáveres, extorsión y estafa.

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