Se cerro voraz el cepo sobre su pierna.
Un grito desahogo el terrible dolor.
Un delito cobra otro delito.
Lo que no resarce la injusta justicia.
Se lo cobra la mano vejada.
El tiempo existe.
El tiempo es elástico.
Y borra el camino de la paciente venganza.
Se cagara en el cabrón del trampero.
Pero nunca colegirá que no fue ni el azar, ni el furtivo.
Fue la espina que en el corazón del dolido hace una década él clavo.
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