domingo, 22 de enero de 2017

Con el pecho lleno de luciérnagas


Hay certezas que sólo se tienen una vez en la vida.
Diluvios que descargan y nos arrasan sólo una vez.
Cielos a los que renunciamos abrazando el rutinario infierno.
Nos trazamos dependencias que nos alejan de lo importante.
Que nos alejan del gozo y nos lanzan al narcótico dolor.
Renunciamos pensando que ese tren puede algún día volver.
Pero los rayos no caen dos veces con esa brillante furia en el mismo corazón.
Despedir es perder para siempre.
Negar que tenemos el pecho lleno de luciérnagas, es emparedar su luz.

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