domingo, 7 de junio de 2020

De puntillas tus pupilas


De puntillas tus pupilas, recorren mis renglones, buscando colisionar.
Chocar con mi lacerante verbo de temeridad.
Yo me encabrito en mi aprisco, y doy puntapiés a tus razón.
No es puntual mi ceguera, es la dramática consecuencia de mi angulo.
Es la empalizada de mis miedos, de la red que me salva.
Costuras atroces de verbos heridos.
Tus pupilas de puntillas, me advierten de mis desvaríos.
Doy puntapiés a tus razones, porque tengo muy arraigada la inercia, de dar puntadas con las mías.
Escorado me desangro, en el castillo roqueño de mi inabordabilidad.





1 comentario:

  1. Desde mi parapetado anonimato, apreciado Ángel, me siento muy a gusto libando tus desvaríos. Tus miedos y tus puntapiés me resultan acogedores a la par. E incluso, fantaseo con ser azotado por la clarividencia de lo que a mí se me desvela como una lucidez exquisita, proveniente de tus argumentos poéticos y de tu atípica idiosincrasia. Yo soy el primer sorprendido al verme indefectiblemente abocado a indagar en tu entidad virtual “literario-plástica”. Me identifico con la atmósfera que emana de tu universo creativo, como si te considerase una especie de extensión mágica de mi personalidad incompleta, aunque esa idea pueda sonarte peligrosamente demencial. Pero a pesar de mis proyecciones subconscientes en ti, tranquilo, me sustento en unos cimientos muy racionales (incluso demasiado racionales para la solvencia de un existir desenfadado) así que soy inofensivo, y éstas, son sólo palabras con las que intento transmitirte y devolverte el impulso gratificante que me llega de tu ser especial. Tu tipo de inteligencia o quizás la intuición de tu intelecto sofisticado, me atraen, pero no de forma obsesiva, en absoluto, pues es una identificación muy sana la que tengo contigo, y me proporciona esperanza el poder observarte de vez en cuando, como si fueses un amigo de carne y hueso. Tal vez mi afán de supervivencia creativa se apoya en tus alas ahora mismo y sin comerlo ni beberlo, te has convertido en una pequeña ventanita para mi propia escapatoria de lo convencional. Eres un ser hermoso -desde mi subjetiva perspectiva estética, claro está- y por eso necesito tenerte ahora entre mis caprichos personales. Quizás más adelante, te sustituya o te diluyas como suele ocurrir en la dinámica de las necesidades de los niños malcriados como yo. Pero eso no quita que mi interés por ti -que no tiene mayor peso que el que pueda demostrarte cualquier otro individuo del ciberespacio- no sea honesto y totalmente apasionado y que con otra coyuntura, hasta me encantaría tener la suerte de conocerte en persona, y aprender y experimentar de ti, en tu universo artístico, aquello que yo me dejé en el tintero, por mi maldita manía de llevarle siempre la contraria a mi autenticidad.
    Vaya, disculpa, hay qué ver cómo me gusta dispersarme… Es que como parezco ser el único interlocutor actual de este blog tuyo, me apetecía sincerarme contigo Ángel. Y si durante algunos días no me manifiesto por aquí, simplemente es que intento no molestar, o que ando ocupado en otros menesteres mundanos que me alejan de esta jungla de las redes, o que sencillamente, elijo desprenderme voluntariamente de internet para desahogar mis neuronas y desintoxicarme de la sobredosis digital de esta era multipantalla en la que no termino de sentirme cómodo. Que tengas una preciosa e inspirada fase 3.

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