viernes, 8 de noviembre de 2013

Victorias manchadas de sangre

La sangre apacigua, somete, achanta, vence.
La sangre derramada produce un rédito.
Frutos del temor, del miedo a perder la vida ante quien no duda en eliminar al discrepante.
Victorias manchadas de sangre que algunos con urgencia quieren lavar.
Nada lava la memoria, nada borra un muerto y los mártires viven en los sometidos por la mano sanguinaria.
Disfruta tu victoria hoy, porque como todo en esta vida es efímera.

El águila real

Crisis de condes.
Condes en crisis.
Vuelos de halcones que ignoran palomas.
Su objetivo es el águila real.
Palomas que trastocan mensajes.
Mensajes que someten palomas.
Aires que reclaman sillas, tronos, bancos, sillones fraileros e incluso un escabel para sentar la gota y el bufón real.

Frente común

No es difícil averiguar a quien queréis asesinar hoy.
Son tantos los santos que tenéis donde elegir.
Son mis palabras recados para sordos.
No me queréis oír y esa será vuestra condena.
Hoy soy yo quien huye de la quema.
Quizá seáis vosotros mañana y yo ya muy lejos no podre hacer con vosotros frente común. 

Cristalitos romos

Pasa a rodillo la envidia a las caras gemas.
La cristalización perfecta es diezmada para dejar hueco al vulgar brillo del brillante de molde.
Vidrios brillantes, arenas brillantes.
Joyel de plastico y cristalitos romos.
Arenas de playa que soportan estoicas la chirriante falsedad de la basura de brillos.

Diván de halagos

Sin apoyos está el ornado, el nimbado.
Tumbado gustoso en el exilio reposa.
Diván de halagos de canes fieles.
Los únicos que decidieron partir siguiendo a su líder.
Acosa desde el abandonado reino y confín la enjoyada calumnia.
Ráfaga de frío que entumece.
Como no sentir desapego ante esta desmedida corriente a la que todos mis vengadores se apuntan.
A día de hoy ni yo, ni mis huestes de húmedos hocicos besadores, podemos estar en dos parte. 

Munícipes traidores

Es estragador como se normalizan las malas mañas.
Huestes de policías.
Munícipes traidores.
Falsos y vendidos a Dios sabe quien.
Y desde luego a mino.
Cadena de mentiras.
Mentiras encadenadas.
Y la clave la gran calumnia.
Vilipendiada esta la verdad.
Escarnio en plaza publica.
Plaza de vulgo sediento de ultrajes al sin macula.
Enlodado todo ya no existe zonación.
Todos crueles, todos viles y vengativos.
Me zarandean los que deberían vigilar el orden. 
Si ellos no celan por la justicia quien celará.
Se resiente con esta carcoma la rica estructura de los brillantes ideales, casi nunca cumplidos, por la tendencia a la corruptela y la empatía por el zafio, del que tiene que velar por el orden.
Orden de aniquilación desde los más alto, desde la montaña de mierda de un sistema que cuando erupcione infectara todo de virulento pus.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Altisonantes ademanes

Me protege la tupida maleza.
La verde selva de mi casa.
Tras la celosía de flores escudriño tus delitos.
Barulla de pretensiones y altisonantes ademanes.
Embaucador de corderos.
Dinamitador de puentes.
Incinerador de escaleras.
Tu no puedes ascender e impides que otros asciendan.

El confort de tu ralea

Tercas zorras sin bozal y desbocadas.
Al que divaga a hierro matáis.
Peregrino sin meta  que teme el hachazo del hierro de vuestra mano.
Es el hambre silenciosa de los infantes, el confort de tu ralea.

Caries en el alma

Sonrisas de epoxi.
Perros falderos que se esconden por miedo a tanto gesto falso.
Por miedo al olor a falso.
Sonrisas de artificio.
Almas de caries.
Caries en el alma.
Medráis en la cegadora carcajada del ramplón y necio, que en la nada se sorprende, que en el todo se pierde y que en el delito reiterado ya no encuentra placer y alambica maneras en aras del orgasmo que se resiste.  

Las tabas de cordero

No llevo en mi mano la vara de mando.
Llevo en mi mano la vara de pastoreo.
Pastor de canes.
En la suerte de las tabas de cordero seré vuestros tropiezos.

Pueblos acaudillados

El la hospitalidad me zono.
En la hospitalidad te rindo y condeno.
Venenos servidos en taza de plata.
Caudillos de pueblos.
Pueblos acaudillados.
Heredados estatus de rapiña.
Es tu placer privar de placer a otros.

Delitos tenebrinos

Ya he lanzado al viento miles de frase.
Debería descansar.
Escuadrón de mozos.
Banda de bandidos.
Entre matutinas nieblas os escondéis.
En la tenebrina oscuridad delinquís.
El oficio de delinquir deja tanta grasa.
Gordas ladronas.
Ladradoras gordas.
Descanso en la ansiedad que me genera permitiros medrar. 

Crimen de oficio

Con cuatro reales se compran matones.
Y con las manos limpias, y sin sacudirse el polvo se camina ya sin necios, con la cabeza alta.
Crimen de oficio.
Oficio de crimen.
Volaré por amor.
Mataré por amor.
El hombre decide sus necesidades.
El hombre decide dejar de necesitar.

A candelieri

Rocalla y grutescos a candelieri.
Pompas de jabón.
Toros blancos que propinan rojas cornadas.
La estética del atardecer.
Solo minaré la clave del arco.
Asegurando el desplome tras el magnicidio.
El rojo rubí de la sangre del estigma de mi frente.
Señal inequívoca de mi destino injusto.

Tras la efervescencia

Se pierden los segundos, se pierden los primeros.
En la caricia de la mano ensortijada.
Linaje extinto, sangre bizarra.
En la oscuridad todos los besos son buenos.
Eco de perdidas de desfiladeros por donde riscáis consumidos amores.
Tras la efervescencia la rutina.
Golpes de cabeza para matarme y parar mi delirio.