Tras la virginidad siempre está el calculo.
Es la perfección un proceso matemático.
Tras la belleza está la exquisitez de los ángulos.
lunes, 6 de octubre de 2014
Panoplia
Panoplia de vanidosos.
Se desangra en plaza publica el hermano.
Y el vulgo mira y hace calceta.
Que miserable es el que tiene como hobby aplaudir escarnios.
Que valiente es el que opina contra corriente.
A sabiendas de que terminara desangrado entre aplausos de miserables en la plaza.
Se desangra en plaza publica el hermano.
Y el vulgo mira y hace calceta.
Que miserable es el que tiene como hobby aplaudir escarnios.
Que valiente es el que opina contra corriente.
A sabiendas de que terminara desangrado entre aplausos de miserables en la plaza.
Que los atroces den gracias a Dios, Él les permite vivir y les perdona
Suele ser proporcionar el miedo a morir a la mediocridad del individuo.
Cuanto más mediocre más miedo.
Suele ser proporcional la falta de empatía a la zafiedad del sujeto.
Cuanto más zafio menos empático.
No sentir el dolor del otro es rastrero.
No hacer nada para aliviar ese sufrir es vil.
Mundo de viles.
Primer mundo lleno de zafios que tienen un atroz miedo a morir.
Lo que menos vale es lo que más demanda.
Lo que menos vale es lo que más se queja.
Si fuera por mi, morirían todos los mediocres sin empatía de Ebola.
La pared del huerto
Era la hiedra la que cinchaba la pared.
La alta tapia del huerto.
La repentina verticalidad que debían sortear los pájaros.
Los pájaros ladrones de higos y lujuriosas manzanas rojas.
El verde abrazo murió y reventó el cíngulo protector.
Reventó en el dolor que es afrontar la defensa de la debilidad, uno solo.
Ningún abrazo es terno, ningún abrazado se deja abrazar siempre.
Era la hiedra la protección de la protectora alta pared de huerto.
La alta tapia del huerto.
La repentina verticalidad que debían sortear los pájaros.
Los pájaros ladrones de higos y lujuriosas manzanas rojas.
El verde abrazo murió y reventó el cíngulo protector.
Reventó en el dolor que es afrontar la defensa de la debilidad, uno solo.
Ningún abrazo es terno, ningún abrazado se deja abrazar siempre.
Era la hiedra la protección de la protectora alta pared de huerto.
Galope robado
Huele la jaca vieja a galope robado.
Galope robado al tiempo.
A la apariencia de tiempo.
Espacios acicalados en las invisibles costuras.
Acicalados con el perfume de la juventud.
Rosa ajada que rociada con la frescura del capullo.
Vence al tiempo y sale victoriosa en la arena del complicado circo.
Galope robado al tiempo.
A la apariencia de tiempo.
Espacios acicalados en las invisibles costuras.
Acicalados con el perfume de la juventud.
Rosa ajada que rociada con la frescura del capullo.
Vence al tiempo y sale victoriosa en la arena del complicado circo.
Amor entre cuerpos normales
El amor son estrellas, estrellas en el corazón, el amor es ese ritmo más rápido que enciende de rubor nuestras mejillas, es el hilo de voz que se quiebra en la corta distancia, al sentir el aroma, el hálito de ese beso que cerrando los ojos se da, en un silencio que se hace infinito, atemporal.
Ella también sabia que el lo sentía, y eran conscientes que demoraban el desenlace en un cortejo sin palabras, en un brillo de diamantes en el iris de color indefinido, que es el color del amor.
Ellos sentían amor entre cuerpos normales. Unos cuerpos, en los que es sincero el amor, cuerpos sin las estridencias del acicalamiento desmedido, cuerpos que no mentían en su edad, la bella edad de la madurez, la bella edad de haber tropezado, la bella edad en la que tras el duelo se vuelve a creer.
Creían en envejecer juntos, en velarse los sueños, creían en espantarse el uno al otro las tormentas que nos llegan por el hecho de vivir.
No se habían tocado aun, pero se conocían, se exploraban en las mañanas ardientes, en las que ansiaban llegar a la oficina para volverse a ver.
Ella también sabia que el lo sentía, y eran conscientes que demoraban el desenlace en un cortejo sin palabras, en un brillo de diamantes en el iris de color indefinido, que es el color del amor.
Ellos sentían amor entre cuerpos normales. Unos cuerpos, en los que es sincero el amor, cuerpos sin las estridencias del acicalamiento desmedido, cuerpos que no mentían en su edad, la bella edad de la madurez, la bella edad de haber tropezado, la bella edad en la que tras el duelo se vuelve a creer.
Creían en envejecer juntos, en velarse los sueños, creían en espantarse el uno al otro las tormentas que nos llegan por el hecho de vivir.
No se habían tocado aun, pero se conocían, se exploraban en las mañanas ardientes, en las que ansiaban llegar a la oficina para volverse a ver.
La cartografía de mis debilidades
Sé que mis amigos conocen la cartografía de mis debilidades.
Sé que conocen las claves para infringirme dolor.
Pero ellos bien saben que ese dolor es de amigo.
Porque cuando cursas baja en el pequeño circulo, de nada vale esa cartografía.
Ese plano de mi ciudad interior.
Al ser enemigo quedas fuera de la ciudadela de amor.
Y luchas contra las murallas de mi coraza exterior.
Fuera de mi reino.
Fuera del reino de mis amigos.
Fuera de las fiestas que con ellos doy.
Sé que conocen las claves para infringirme dolor.
Pero ellos bien saben que ese dolor es de amigo.
Porque cuando cursas baja en el pequeño circulo, de nada vale esa cartografía.
Ese plano de mi ciudad interior.
Al ser enemigo quedas fuera de la ciudadela de amor.
Y luchas contra las murallas de mi coraza exterior.
Fuera de mi reino.
Fuera del reino de mis amigos.
Fuera de las fiestas que con ellos doy.
De bagatelas y fruslerías
En la vitrina de las bagatelas leo mis días.
Entre cristales guardo mis frutos.
Los que ponen en pie mi pasado.
Los que impiden mi olvido.
Los que me permiten vivir mil veces.
Urraca de brillos, que nunca da por amueblado el nido.
Cuarzos lechosos, morados y de humo.
Calcedonias y callos de galopes pasados.
Llaves de calcinadas puertas.
Sonajeros de niños santos.
Medallas gastadas, de besos al amante no dados.
Anillos rotos de tanto fregar escaleras.
Alianzas de amores de antes.
Lazos de raso para brillar en misa.
Detente enemigo que el Corazón de Jesús está conmigo.
Todo un ayer de fruslerías que cuentan mis horas.
Entre cristales guardo mis frutos.
Los que ponen en pie mi pasado.
Los que impiden mi olvido.
Los que me permiten vivir mil veces.
Urraca de brillos, que nunca da por amueblado el nido.
Cuarzos lechosos, morados y de humo.
Calcedonias y callos de galopes pasados.
Llaves de calcinadas puertas.
Sonajeros de niños santos.
Medallas gastadas, de besos al amante no dados.
Anillos rotos de tanto fregar escaleras.
Alianzas de amores de antes.
Lazos de raso para brillar en misa.
Detente enemigo que el Corazón de Jesús está conmigo.
Todo un ayer de fruslerías que cuentan mis horas.
domingo, 5 de octubre de 2014
Sin virtud
Disfrazaré con brillos metálicos mi virginidad.
No me puedo permitir que conozcan mi secreto.
Lo que aun conservo, lo que pregonan que nada vale, pero todos buscan.
Defenderé como lobo mi tesoro de cordero.
Siempre he huido de las corrientes.
De las puertas abiertas que todos transitan.
De los placeres de los que todos disfrutan.
Son los difusores de vicios los que se aseguran caladeros de incautos.
Si haces creer que la virtud, ya has perdido, ya nadie buscará en ti la virtud.
No me puedo permitir que conozcan mi secreto.
Lo que aun conservo, lo que pregonan que nada vale, pero todos buscan.
Defenderé como lobo mi tesoro de cordero.
Siempre he huido de las corrientes.
De las puertas abiertas que todos transitan.
De los placeres de los que todos disfrutan.
Son los difusores de vicios los que se aseguran caladeros de incautos.
Si haces creer que la virtud, ya has perdido, ya nadie buscará en ti la virtud.
Él se lavo las manos después de crear
Como en la niebla ahuyentaré las desdichas.
El pesar de las horas de plomo.
De las noches largas que crecen.
Como conseguiré vivir sin dolor y con libertad.
Me bañaré en el lago de la mística, en los acordes de miel.
Balneario de tibieza, de rosas que con caricias sanan mi zozobra.
Compatibilizaré lo incompatible.
La ciencia sólo describe.
Y yo en estás horas largas necesito pensar.
Está lo ininteligible en la puerta de mi casa.
Lo ha traído la noche, la noche de los sueños y las penas.
Me corteja la duda.
Y la duda cimienta mi credo.
Sólo Dios, cuando cierro los ojos, me acerca a la fuente madre.
A la fuente donde Él, se lavó las manos después de crear.
El hoy es mañana, el mañana es hoy
La atmósfera del escritor.
Es la atmósfera del profeta, visionario y vidente.
Porque aunque escribe sobre el hoy y el ahora.
Sus textos tendrán vigencia y describirán el mañana.
Languidece el bosque
Languidece el color del último bosque.
Firmamento encarcelado por mi ventana.
Tarde que llega pronto.
Noche que madruga en sus horas de reino.
Más largas, más negras.
Polisón de nardos.
Porcelana opaca que mengua en la resina oscura.
Son los últimos segundos de luz.
Serán ahora las ventanas encendidas las que delaten, que hay poca vida.
Muere el día.
Y nace la soledad de los iluminados vanos, de los enormes edificios.
Firmamento encarcelado por mi ventana.
Tarde que llega pronto.
Noche que madruga en sus horas de reino.
Más largas, más negras.
Polisón de nardos.
Porcelana opaca que mengua en la resina oscura.
Son los últimos segundos de luz.
Serán ahora las ventanas encendidas las que delaten, que hay poca vida.
Muere el día.
Y nace la soledad de los iluminados vanos, de los enormes edificios.
Vivir
A veces morimos de nimiedades y las cosas incurables no nos matan...........................
Hay que vivir luchando.
Y hay, si esa es la suerte, morir viviendo.
La apuntalada felicidad
Siempre hay alguien que apuntala la felicidad.
Y a veces el puntal no es el más feliz.
Él es solo el que más cede.
Él es el que más trabaja.
El que más mima y consiente.
Los puntales se consienten pocas aventuras.
Pocas veleidades.
Pocas horas de descanso.
Nunca piensan que sin ellos todo se desmoronaría.
Y si se desmoronaría.
Y se desmorona.
Mira si tu felicidad esta apuntalada.
Y si es así, mima a tu puntal.
Y a veces el puntal no es el más feliz.
Él es solo el que más cede.
Él es el que más trabaja.
El que más mima y consiente.
Los puntales se consienten pocas aventuras.
Pocas veleidades.
Pocas horas de descanso.
Nunca piensan que sin ellos todo se desmoronaría.
Y si se desmoronaría.
Y se desmorona.
Mira si tu felicidad esta apuntalada.
Y si es así, mima a tu puntal.
Ayer
Se rompen los vínculos.
Cada vez más desatado.
Pero no más solo.
Porque en la claridad no hace frió.
Sin la compañía de los extraños acompañantes.
A los que ya no extraño.
El mirar hacia atrás y verlos me produce extrañeza.
Extrañamiento, sensación de vació en la proximidad.
Manos blandas que no dan confort.
Cuerpos a los que infundí alma.
El alma del amigo.
El alma del amor.
Ahora sé que ya no volveré.
Porque no reconozco nada.
Porque no reconozco a nadie.
En mi abandonado ayer.
Cada vez más desatado.
Pero no más solo.
Porque en la claridad no hace frió.
Sin la compañía de los extraños acompañantes.
A los que ya no extraño.
El mirar hacia atrás y verlos me produce extrañeza.
Extrañamiento, sensación de vació en la proximidad.
Manos blandas que no dan confort.
Cuerpos a los que infundí alma.
El alma del amigo.
El alma del amor.
Ahora sé que ya no volveré.
Porque no reconozco nada.
Porque no reconozco a nadie.
En mi abandonado ayer.
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