domingo, 15 de octubre de 2017
Gavillas de zarzas
De cómo una gota envenena un pozo.
Así es la enfermedad, invalida a todas las partes.
Es postrante.
Genera indolencia.
Ahoga hasta al bien pensante, en el miasma de la indecencia.
Partes que tras embarbascar, se arrogan ser todo.
Todo, que en la tibieza, se rinde al veneno de parte.
Amapolas que ahoga la cizaña.
Cizaña que el valiente segador, apilará en gavillas.
Gavillas de enfermos, que arderán para hacer justicia, en plena plaza.
Buscame en las tormentas
Hay hondura en un centímetro.
Hay kilómetros sin ninguna hondura.
Suspiros que saben a gloria.
Gloria que no es atrapada por mil suspiros.
No busques la paz de tus días.
En la paz no habita el éxito.
Sólo el guerrero saborea el fracaso y sin desánimo prende de nuevo el hierro.
Hay batallas que se pierden por ausencia.
Hay días vividos sin presencia.
Más vale ser fogonazo cegador, que discreta y pusilánime pavesa.
Anchura de miras, anchura es tus días.
Cauce que muerde el lecho de pedernal y lastima con caligrafía indeleble el granito.
Soy el fruto del tiempo, no vivir tiempo sin dar fruto.
Amame y anexionarse a tu reino efímero, a tu reino al margen del viento.
del viento que esparce notas y propicia el olvido.
El mundo me olvidará, pero yo sé que he vivido.
Brillantes que caben en un puño, o banalidad que hace mil gavillas.
No me busques en la calma, mi ser persigue tormentas.
Mi ser es rayo, que si parpadeas te pierdes, pero que al impactar mueve montañas.
Ámame como la primera vez, ámame como si fuera la última.
sábado, 14 de octubre de 2017
Anorexia
Es inevitable no ser víctima de la vanidad, del narcisismo que nos vende el éxito social.
Ayunadores místicos, cuerpos famelizados para encajar en las tallas del triunfo.
No es una locura, es un inoculado veneno, un tóxico canon, camino maldito que cuando comenzamos a transitar nos aleja cada vez más del éxito perseguido.
Hambre física, que falazmente eleva un espíritu atormentado, camino de vertiginosos precipicios de tristeza y aislamiento.
Siempre entre bambalinas está el dolor del rechazo, el señalamiento, o la obsesión por no ser señalados.
Estándares de belleza malditos en los que la efímera juventud que perseguimos se esfuma en una cadavérica evanescencia de vacío y ausencia.
A veces el autocontrol es la peor de las cárceles, a veces buscando la belleza entramos en los cuartos del horror, en la asexualidad de una eterna e imposible adolescencia, en una androginia negada a la mayoría de los mortales.
Cárcel en la que sentimos que nuestros afectos son nuestros verdugos, son los crueles carceleros que quieren solamente que nos alimentemos.
El juicio de Apeles
Son muy remostosas las flores del mal, pringosas y apresadoras.
Apresa la cizañera mentira mucho inocente.
Bandadas de mirlos que cegados por el aderezo de la trampa, ciegamente creen.
Crédulos que abrazan la pirotecnia del bando, del pregón de la calumnia.
Flores toxicas que esparce con muy mala intención el perdedor, el ladrón, el mediocre.
Inocentes con orejas de asno, que como el Rey Midas se dejan convencer.
Juicios sin justicia, juicios patibularios mecidos por la ignorancia y la sospecha.
Crispado viento de envidia e ira que escarnia a la desnuda verdad.
Obituario
"Mi abuela decía, que una persona de bien sólo puede aparecer una vez en la prensa… en la sección de obituarios.”
"No es decente dar escándalos, prodigarse por las alfombras de la vanidad, desvestirse para atraer los focos, ser blanco de la amoralidad."
Irsia Carolain Sprimbol
No desvinculéis mi muerte de la verdad
Huracán de amargo café.
Entrevías de odio, ahí se envalentona el mediocre.
Controversias bajo el rododendro.
Ribereños meandros de dolor.
Duelos impuestos, duelos fruto de la colateralidad.
Zarzosas orillas donde se embosca el zafio.
Se arman y amenazan los retratados.
No es seguro apostar por el campo abierto de la verdad.
No se mata la verdad, no se amedrenta al valeroso.
Si les tratas como ellos te tratan, airados se ofenden.
No desvinculéis mi muerte de la verdad.
Porque me matan buscandola.
Ladrones de piedras
Cuando el idílico cuento cae al mar, cuando la sangría está en el flanco de las cuentas.
No es nada idílico, el retrato atroz de nuestras entrañas de ponzoña, nuestras tretas de hurto, nuestra amasada y nuciente riqueza.
Todo el teatro de la farsa es idílico, hasta que alguien nos pilla, hasta que el cándido, el sin mácula, con tesón, desentraña las cuentas del latrocinio.
Lo que no se ve, para el vulgo no existe.
Tuertos que son reyes en ausencia del visionario.
Nada es eterno, y a veces la mala fama nos sorprende con las manos aún manchadas de la sustraída grasa.
Ladrones de piedras, ladrones de tierra, ladrones de futuro, del grano para sembrar.
No se puede tener piedad de embaucador, del que siembra tribulación y envidia.
No se puede uno conmover con el gimiqueo de la banda de cuatreros, a los que la luz de la verdad retrata en su sordidez y escabrosidad.
Pensábamos que nuestros crímenes quedarían impunes, pero el aire nuevo, el aire sin viciar levantó certero las dobleces, descorrió lo velado y transmuto el orden, la jerarquía del robo, el orden donde lo rastrero era lo elevado, y lo recto y correcto era lo arrastrado.
Leído muy señalado
Está mi palma abierta para la puñalada del doncel.
Para la puñalada del cándido, para la puñalada del próximo.
Mordiscos en la mano de la caricia, en la mano que reparte el pan.
Rencor de caudales añejos, asentados y aguardientosos.
No trasmuta mi mueca el dolor.
La sonrisa es mi alabarda.
Hiere la risa a la fiera corniveleta que se escapó de la corrala.
Armado de distancia amable, con la furia de la educación.
Leído muy señalado, leído e incomprendido, soy yo.
Fiestas sin ramos, recepción de alharacas de odiador.
viernes, 13 de octubre de 2017
Papos ebrios de maldad
Apetito desordenado de carroñeros buitres.
Avecindadas alimañas que ladran a la inalcanzable luna.
Ratas de destellos doradas, chafarderas y pestilentes.
Avasalladora marea de bichos.
Escarabajos peloteros que defienden su tesoro de mierda.
No entra en mi rutina dejarme seducir por su vulgar desparpajo.
Infierno de corrientes de calles traseras, de corralas de bocas sin dientes.
Halitosis infecta de macilentas y aguardientosas bocas.
Ojos fisgones llenos de orzuelos y orinadas escleróticas.
Fango de letrina, lodo de excrementos de zorrera.
Averno con ínfulas de gloria.
Piara de cerdos que persiguen su San Martín.
Valle de descanso imposible.
Madriguera de envidias.
Cuatreros envidiosos.
jueves, 12 de octubre de 2017
Hispanidad
Mi corazón bombea sentimientos.
Riegan mi alma los colores de mi patria.
Me sobresalta el sentir, siento como sintieron mis ancestros.
Colores de historia, colores de tierra.
Hispanidad que me embarga.
Siento como camino unido.
Siento como ayudo a los que caminan conmigo.
Seres gregarios, que rememoramos los logros de nuestro Reino.
Las cimas alcanzadas por nuestra patria.
España piel de bravura.
Rica piel de matices.
Rico imperio de sublime mestizaje.
miércoles, 11 de octubre de 2017
Caricias lastimeras
Hay amigos que nos hacen menguar.
Amigos que nos muerden y entorpecen nuestra zancada.
Caricias lastimeras que nos ralentizan.
Vampiros, que se nutren en la sangría que ocasionan a nuestro tesón y fuerza.
Garrapatas que roban nuestro brillo y nos vuelven cenicientos.
Lastrantes afectos de deflagración.
Pedradas desde la corta distancia.
Amigos de farra
Los cómplices del drama, son las primeras ratas en huir del navío que zozobra.
Amigos del latrocinio, que cuando la faena del hurto se fameliza, se marchan.
No son tus amigos los que te sablean en la jarana.
Los que te jalean en la cresta de la ola de tus francachelas.
Amigos de farra que en la escasez te abandonan.
Todos los circos terminan con una bajada de telón.
Todas las alimañas terminan retratadas por una instantánea atroz.
Las caidas siempre tienen tufo a gresca de rameras.
lunes, 9 de octubre de 2017
Jardín siniestro
Desciende el viento al infierno de hielo.
A la umbría de los alacranes.
Somos el miedo que acumulamos.
El embalsado temor a la ira.
Verde es el jardín del siniestro.
Amapolas de sangre de mártir.
Hierro atroz de corniveletos toros de Veragua.
domingo, 8 de octubre de 2017
En el mar de los hipocampos te soñé ayer
Ya no está preso mi anular, por la alianza de los días felices.
Cabalga mi mano libre, por los cuerpos de la noches.
Cabalga y se lastima, rodando sin calor por los abrazos del anochecer.
Quién pudiera, seguir teniendo tu cuerpo, para perderse.
En el mar de los hipocampos te soñé ayer.
Limo de río sereno.
La sutil marea de besos de la mañana.
El viento que inflama la blanca vela huele a ti.
El dolor que me impregna en la partida.
Los colores de incendio del amanecer.
Segundos que tras la cornada del día.
Saben a limo de río sereno.
Saben a azúcar sin café.
Lucero del alba, ya siento el brío.
Ya siento el frío del despertar sin sueños de este perder.
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