martes, 24 de marzo de 2020

Automatismo


No se cansa mi mano de escribir disparates.
No se cansa mi cabeza de bullir.
Algarabía y disputa de pensamientos dispares, que pugnan por salir.
Me rige el automatismo.
La jerarquía del río, que primero lame arena.
La del torrente, que hace romas las espadas.
La de la lluvia, que lava el polvo de las briznas y les retorna su esplendor.
Agua, que se escapa de mis manos y hiela mis pies.
Pantano profundo donde sumerjo desgracias.
Escondidas a los ojos del que se alegra de mis caídas.
Escondidas bajo la calma de un agua sin oleaje.
Espejo, que repite gestos, que plagia ademanes, que se ríe del que se mira en él.

lunes, 23 de marzo de 2020

No existe.



Nunca mueren las horas, primero mueren los segundos, los que ya se han esfumado, los que ya no existen.

La sublime letalidad del confinamiento


Somos la desesperación de las horas, el dulzor donde las ahogamos.
Dixlesia atronadora que fija, garabateando, los momentos.
Mece mi infierno el alcohol, la placentera dipsomania de la reinas ociosas.
Forzada primera fila de cruel felicidad.
Sólo existe lo que mi mano dibuja, la torre que el terremoto, que la moral farisea, no derribo.
Doy tantas claves, para que interpreten mi mundo, que se ha derrumbado, estresado, mi arco fajón.
Soy tan pedante.
Soy tan asquerosamente sublime.
Soy tan odioso y odiado.
Soy tan incapaz de corresponder.


domingo, 22 de marzo de 2020

Garabatos imposibles de borrar

"Buscando la reglada perfección, perdemos la perfección innata. Y cuando miramos atrás añorándola, constatamos que ya nada podemos hacer, ni desandar. La vida es cruel estanqueidad. Garabatos imposibles de borrar."

Irsia Carolain Sprimbol

sábado, 21 de marzo de 2020

Tito Csmar y las aventuras perversas


El abatimiento es un estado involutivo, la estrategia no. Volutiva era su decisión de encarar aquel encierro sumergiéndose en el mundo hostil, para él, del sexo virtual, de las redes sociales del zorreo.
Conocer es zambullirse incluso en cenagosos estanque, y eso decidió hacer Tito, en aquel momento de forzado encierro, bucear en un mundo ignoto para él, pero que desde su sillón y con aquella inevitable clausura que había que rentabilizar, tomó la decisión de explorar.

Día primero:
Buscar y descargar varias de estas aplicaciones de contactos y hacerse en ellas, un perfil.
Él, no era de mentir y evitar embustes fue la directriz para crearlos, y claro está la elección de un nombre, alter ego, que sonara poco falso. Se decidió por, Tito Casamar, estaba bien. pero tras verlo en pantalla expuesto junto a los demás, junto a los que debía seducir, conquistar, gustar, atraer, pervertir; vio, que era demasiado normal, que incluso transmitía clase, y que era necesario bajarle el tono y modernizarlo.
- Manos a la obra.
Se dijo, y quitó del apellido las dos primeras vocales, "Csmar", sonaba más exótico, incluso extranjero, sonaba a vulgar jeroglífico, que alguno, intentaría descifrar, con las luces estroboscópicas del hambre asentada de rabo.  Ser novedad, atrajo enseguida a algunos moscones sin foto en su perfil, que le entraron sin prolegómenos, mandándole fotos de sus empalmados miembros y conminándole a elegir un rol, sin haber visto aún sus rostros.

Día segundo:
Los quebraderos de la foto de perfil. No había sido una buena elección, poner un primer plano sensual de su boca, de sus carnosos y jugosos labios. Pensaba Tito, que era demasiado explícito, muy parco, muy sexual, muy condicionador, a la hora de definir un rol. Aunque las primeras presas, habían caído rendidas por esa pequeña, seductora y veraz parcela de su rostro. Pero Tito, que no podía embridar fácilmente su puritanismo, decidió cambiarla y poner una foto íntegra de su rostro, que no engañara, y si lo hacía que fuera del modo más efectivo que existe, del modo más habitual, elidiendo parcelas de verdad, y una verdad a medias es en el fondo una mentira, pero no una gran mentira . No fue fácil, elegir la imagen que debía apresar admiradores, que debía generar admiración. Al final se decantó por una foto de su rostro, fresca, sin manipular, con sus labios de color fresa, lanzando un beso a aquella nueva y virtual humanidad.
Ese día hubo poca interacción, muchas visitas y algún que otro toque, que el pudoroso Tito, no respondió.

Día tercero:
Era muy estable el bullicio de aquella jungla de perfiles explícitos, de torsos, de poses zafias, de pantallas en negro, de hombres escondidos tras nombres ridículos, Men, Man, Gascón, XL, Mamón..........etc, etc. Siempre los mismos, interactuando con los mismos, cárcel de incondicionales reclusos.

Día cuarto:
No acababa de empezar la mañana, eran las 5:35, cuando le saltó un mensaje, y rápido lo abrió:
-  Hola.
-  Sexo?
Él, contestó:
- ¿Pero si estamos recluidos?
Inmediatamente su interlocutor sin rostro, le dijo:
- Mándame una foto de tu polla.
A lo que el mojigato Tito, respondió:
- Mándame tú primero una foto de tu cara.
A lo que Janus 27, respondió con unas risitas y:
- Jijijiji......
- Te mando mi polla, pero luego me la mandas tú.
Tito, desconcertado le dijo de nuevo que no.
Y Janus 27, volvió a insistir:
- Estoy empalmao, me pones un montón, anda yo te la mando primero y luego me la mandas tú.
Tito, volvió a decir que no, y Janus 27, lo bloqueo.
Así de cortas y directas eran las transacciones de aquel "hambre de hombre", o más correcto sería decir, "hambre de rabo", que para Tito, solían terminar en un bloqueo. Conversaciones rotas, que desaparecían de la pantalla, como si nunca hubieran existido.

Día quinto:
Las polillas acuden cegadas hacia la luz, hacia el fulminante placer, el placer de quedar atontadas tras impactar contra el tórrido cristal que encapsula al filamento incandescente.
Así es la noche en las redes de la perversión, atontados por los destellos del brillo de la novedad.
Sergio, Faraón, HE´S CLOSER, Titan, RGB, poses sin rostro, que deambulan por la calle de los neones, de los casilleros con los datos, con los gustos, con las apetencias, con el interés, con una vacía charla de urgencia, de risitas y sonidos onomatopéyicos, de exclamaciones y emoticonos:
- Mnnnnn.
- Siii.
- Yaaa!!!!
- Chulo.
- Guau!!!
Y tras todo esta breve y parca charla, siempre está:
- Mandame una foto de tu rabo.

Día sexto:
En las redes de la perversión, hay de todo, menos caridad.
Tito, que a pesar de su madura edad, era un bombón, tuvo que soportar la rastrera soberbia de niñatos expuestos, a edad tan tierna, en aquellas redes del fornicio, opiniones relativas a su falta de valía en aquel atroz mercado, sólo por tener y no mentir en su edad, en aquel escaparate de vanidades, donde la tónica era mentir en el etiquetado, en la toxicidad y en la evidente falta de intelecto.

Día séptimo:
Tito, le estaba cogiendo aversión a aquel circuito cerrado y siniestro, de secretos y vulgares fantasías, de casilleros negros y escasa verdad. Nada más levantarse, echo un vistazo a los madrugadores del vicio, a los que aquellas horas estaban conectados, tenían el pilotito verde en su nidal, que indicaba que estaban presentes. Caídos por la patria de la necesidad, por el irrefrenable interés en apostar a alguno o muchos de aquellos casilleros, por si cantaban línea o directamente bingo.
Tito, no iba a salir de su confinamiento, pero por las parcas conversaciones mantenidas con algunos, subyacía el interés de violar el encierro, para carnalmente pecar.
Tito Csmar, era de rico vocabulario, de frases subordinadas, de giros ingeniosos, todo un derroche que no podía desplegar allí.

Día octavo:
Tito, buscaba acomodo, en aquel virtual lupanar, cambiando de foto de perfil cada dos por tres, no siendo consciente que despistaba al personal de aquel mundo estático de ventanales inamovibles. No se sentía cómodo con ninguna de las imagenes que elegía, como instantáneas que eran, consideraba que no le definían, pues él, sí era algo, era constante movimiento. Con barba, sin barba, más serio, menos distante; probó de todo, hasta que se propuso no cambiar la última que había elegido, una con el pelo muy alborotado, con gafas y con un jersey marinero de rayas como el marinero de Gaultier. En honor a la verdad, fue un amigo, consejero en casi todo y sobre todo en lo mundano, el que le dijo que aun sin mentir, se vendiera mejor con aquella foto, que le hacía más joven e informal y en la que estaba muy atractivo. 

Día noveno:
Los perfiles vacíos, siempre eran los más osados, los más atrevidos, los que se lanzaban de modo más rápido y directo a la interacción. Eran los primeros en pedir, cuando ellos nada mostraban y veían que Tito, nada escondía, porque se notaba que aquella era su cara.
Le entraron tres mensajes a la vez, los tres de perfiles anónimos, de guarecidas zorras, que tras muy pocos prolegómenos monosilábicos, entraban a rematar. Sus nombres todos ridículos, eran: Sex24, Busco y Hombre36. El hola de rigor y la pregunta de siempre:
- ¿Qué rol tienes?
- ¿Qué te gusta?
- ¿Qué estás buscando?
A los tres, Tito, contesto lo mismo:
- Amistad, conocer gente.

Día décimo:
Ese día, Tito, no se conecto hasta última hora de la noche. El día anterior, había decidido adoptar un perfil más bajo, cambió de nuevo la foto de perfil, la eligió más oscura, con más sombras, una foto de interior, no rodeado de claridad y campo, como la de marinerito de la dehesa. Con aquella nueva imagen se habían interesado por su perfil treinta y dos personajes de aquella jungla de misterio y diversión. La noche prometía y enseguida surgió el primer mensaje:
- Hola ¿Que tal lo llevas?
Litio, era el nombre del misterioso casillero sin imagen. Litio, se describía como: "Ardiente que busca iguales para divertirse". Litio, tenía 23 años, 1.80 de estatura, 69 kilos, tonificado, interactivo, negativo, caucásico, y por supuesto decía, que si le apetecía, que le mandaran fotos guarras.
Litio, estaba a 344 metros de distancia, osea, que vivía al lado de su casa.
¿Quien se escondía detrás de Litio? Era evidente que Tito, tenía que conocer a aquel chaval, y que aquel muchacho debía conocerle a él.

Día undécimo:
En aquel mundo mecido por la prisa y acunado por las encadenadas mentira, empezaba sentirse realmente incómodo. Aquella mañana en el mercado de la carne había pocos pilotos verdes, todo eran los mismos, y desde la distancia, a 81 Km, le habían enviado a las 4:27 un tac, un toque, una tórrida llamarada. Tito. entró en el perfil de Miguel, para ver su prospecto. No había casi nada, su foto con gafas de sol, su edad, que era un hombre, algo que resultaba evidente y que pedía sinceridad. No había nada, o quizás había mucho, tras aquella foto con gesto sensual, con la mano agarrando la patilla de las gafas, una mano seria, viril, bonita, cuidada.

Día duodécimo:
Ese día decidió darle una vuelta de tuerca a todo, se cambió la foto de perfil, puso una en la playa con gorra, en la que se veían sus hombros y sus divinas clavículas. Y cambió su descripción de artista divertido y complicado por la frase siguiente: "Neur etser fiser dester". Era una cita sonora, poética, bonita, pero como todas las mentiras que suenan muy gratas al oído, no significaba nada. Se la acababa de inventar, y parecía o sonaba a leyenda familiar, era como el lema de los Casamar.

Día decimotercero:
Se conectó por la tarde, para ver si habían visitado mucho su perfil, y la verdad es que casi nadie le había prestado atención a su foto playera, a sus hombros, a sus clavículas, esas de las que tan orgulloso se sentía él. Tres tristes perfiles, tres perfiles, con faltas de ortografía, tres amantes del vicio, que ni le habían correspondido con un simple "Taps", una simple llamarada, que hubiera reconfortado su ego herido. Definitivamente, aquel no era su mundo, no se movía bien en él, no sabía gustar en él, atraer admiradores, sin caer en la vulgaridad imperante en aquella inhóspita red.

Día decimocuarto:
Era exasperante aquel frío descaro, aquel pedir lo que no te dan, aquellas vulgares demandas, y aquellas baterías de preguntas, mal redactadas, con faltas de ortografía y llenas de mugidos. Era un todo, por pedir que no quede. Tito ya se había cabreado varias veces y le habían terminado bloqueando. Le dolía amargamente aquella pasarela, pero aun así notaba que generaba en él adicción aquel competir, aquel seducir sin mentir, aquel entrar al trapo de tanta mentira y tanto zafio torso en calzoncillos.

Día decimoquinto:
Se conectó después de comer y pasado un rato, un perfil con foto, de un tío de 48 años, llamado Lúntrigo, le mandó sin mediar palabra, su enorme rabo. Era una polla circuncidada,  que se veía grande, pero que, para que lo supiera con total certeza, el tal Lúntrigo, le mando las medidas. Tito, tras la foto y las dimensiones, le contestó con un, hola, encantado, y pasados unos segundos lo bloqueo, era demasiado burda la forma de entrarle y no la iba a tolerar.

Día decimosexto:
"Busco conocer a alguien que me aga salir de aqui.....tener planes más alla del sexo..escapadas. está bien echar un polvo pero hay algo más que eso... no se piénsalo......conóceme y opinas.... te encantara jajajaj"
Así se describe la linda gacela. que decía tambien que sin foto no habría respuesta. 27 años tenía el chaval, 1.84 de altura, 70 kilos, tonificado, pasivo, macho, soltero. Buscaba citas, amigos, relación.
Esta era la carta de presentación literal, de alguien muy mono, sin nombre, alguien que quería huir a través de esta fatídica aplicación, huir hacia una vida mejor.
Tito, en determinados momentos, sentía lástima, de aquellos seres jóvenes, bellos, efímeramente apetecibles, que tiraban el anzuelo en aquel infecto pantano de desalmados, de lujuria, de desesperación.

Día decimoséptimo:
"Si la sangre fuera transparente, sería menos malo matar"
Ya no buscaba perfiles, buscaba frases, rebuscaba entre las parcas palabras de los pilotitos verdes. Quería saber la confusión que se escondía tras aquellas taquillas de forzados desnudos, tras los mugidos y los monosílabos parcos.
BUDDIES, le había fascinado, se había rendido a aquella dolorosa frase.

Día decimoctavo:
Tito, se conectó por la tarde, a eso de las siete, y lo primero que vio fue a Pedro,"culito con ganas" de 29 años, a trescientos cuarenta metros de distancia estaba de él.
Era tan directo, sin cortejo ni prolegómenos, sólo el ansia por un rabo con muchos centímetros. Quería 20 cm, o más de 20. Toda una locura, a la que armándose de valor Tito, contestó así.
- Te valdría con 19 cm, es que no me mide más.
A lo que "culito con ganas", culito caliente, contesto con un mayúsculo e interminable si.
- SI SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.........

Día decimonoveno:
En su foto parecía cándido, reservado, incluso un poco pacato. Tenía rostro, pero no tenía nombre, se notaba en él, una cierta necesidad mezclada con vicio. Tito, habló largo rato con él, le habló con un tono paternalista, intentando convencerlo, para que abandonara aquel aprisco de lobos y ovejas negras. Fue inútil, a sus veintidós añitos, tenía muy claro lo que buscaba allí. La noche era muy bella, y él, demandaba con insistencia que Tito, rompiera el confinamiento y venciera el abismo de los 17 kilómetros que los separaban. La tentadora recompensa, era colmar de caricias y besos, su cuerpo, sobre la hierba.

Día vigésimo:
Joäo, 41 años, a 62 Km de distancia, casado y buscando experimentar con un rabo. Era difícil entender aquellas redes, abarcar y respetar tanta hipocresía que pedía discreción. Joäo, demandaba a Tito, un buen rabo, una foto de él, y un entender aquella demanda desesperada. Demandaba fotos de su polla, una grabación de como se pajeabas y se corrías. Que de frustración había en aquellos casilleros, en aquellos hombres sin cabeza, que te enseñaban su miembro viril erecto, para atraer tu atención y rendirte a sus inauditas demandas. Dobles vidas, complicadas de respetar y entender.

Día vigésimo primero:
"Cara larga", llamó enseguida la atención de Tito Csmar, por eso tomó la iniciativa, le entró, le abordó, con el socorrido:
- Hola ¿Qué tal?
Tardó rato en contestar. "Cara larga", Daniel, se hizo de rogar, se veía que tenía anzuelos en muchos mares y esa dispersión de presas, obligaba a tener con los deseados, conversaciones largas y tediosas.

Día vigésimo segundo:
Era insoportable aquel infierno, en el que Tito, no podía desplegar ninguno de sus encantos. Eran aquellos palomares, casilleros malditos, un erial de mediocridad. No podía mostrarse culto, erudito, ingenioso. Allí, en aquel vulgar valle, no había ni un ápice de clase, de estilo, de elegancia. Todo era mondo y rasante. Todo era atávico y ordinaria competición de medidas y edad. Estaba ya cansado y quería tirar la toalla, no soportaba el rechazo de tanto zafio joven, tan bello y tan supinamente vulgar.

Día vigésimo tercero:
Aquella mañana de nieblas, se topó con Bruno. Bruno, era tan esbelto, tan mono, se notaba que tenía clase, afrutadas burbujas de indómito niño bien. Se intercambiaron unas llamaradas, y Tito, le escribió:
- Buenos días ¿Qué tal?
El saludo, no sirvió de nada, ese día todo fue fallido, el Príncipe Bruno, no contestó.
Era complicado ser el casillero dominante en aquella algarabía de simultáneas y solapadas interacciones.

Día vigésimo cuarto:
"Quiero coincidir contigo para hacer rimas con las palabras que terminen nuestras frases."
Era tan bello aquel propósito, aquella frase copiada de algún libro.
"Solo maduros", era un viajero, así lo expresaba su foto, en la que un hombre, montado en bicicleta, se recortaba sobre el amanecer de un remoto horizonte.
También añadía: "Los buenos modales me dan mucho morbo." Es cuestión de gustos. Y si que era así, cuestión de vulgares gustos, alambicado interés por medrar, porque tras la insustancial y parca charla, sobre que quería Tito, que él, le hiciera, dentro de un margen de movimientos muy cortos, pues el individuo, el chulo de 41 años, dejaba claro que él, sólo era activo. Y como casi todo, en aquella red, para Tito Casamar, la conversación, terminó en bloqueo.

Día vigésimo quinto:
Aquella tarde había muy pocos valientes, había demasiados palomos escondidos en sus nidales negros sin fotos y tras parcas, muy parcas descripciones. Habían entrado a ver el perfil de Tito, 23 habituales de aquel infierno, el último, era Sergio, a 49 km de distancia, de 45 años de edad, 1,80 de altura. Decía de él, que no era de describirse, que era majo, sincero, de buen rollo, e invitaba a que apostaras por descubrirlo. Y eso hizo Casamar, enviarle un "Taps", una flamígera llamada de atención, un SOS, en aquel mar de niebla.

Día vigésimo sexto:
Tito Csmar, se topó ese día con el perfil de un chico aparente, de 22 años, no era muy alto, 1,65, pero tenía una bonita sonrisa en la foto que había elegido. Tenia enlazado a su carta de presentación el Instagram y entro en él, se llamaba César Moreno, la última y risueña foto que había publicado, de justo ayer, ponía debajo: "Pidiendo los papeles para el matrimonio". Tito siguió curioseando y César, tenía muchas fotos con un chico similar a él, fotos que relataban una franca relación, con lo que dedujo que los papeles los pedía para casarse con él. Y la siguiente pregunta que le venía a la cabeza, era ¿Qué hacía allí? En aquella red de vicio y de infidelidad.

Día vigésimo séptimo:
Aquella noche fue fantástica, no porque conociera a nadie, sino porque descubrió que podía discriminar, podía elegir que sólo aparecieran en su pantalla, casilleros con rostro, porque podía seguir discriminando y eliminar gente por afinidad. Y eso hizo Tito Csmar, una maravillosa criba y su pantalla se convirtió en un colorido mosaico de rostros, de personas valientes que iban a aquella guerra pertrechados con la coraza de la sinceridad. No contento con esta selección, hizo otra, la edad, subió el rango para aparecer en su pantalla y estableció el umbral en 28 años, de ese modo desaparecieron todos los ridículos e impostados niñatos.

Día vigésimo octavo:
Ese día fue muy divertido, conoció a Bruna, una descarada trans, que ya en su carta de presentación prometía: "Nao busco bebados, drogados e nen gente fedorenta. Näo busco jovens demais e nem arca de Noé... Gosto de homens bonitos e detesto os que usam fotos milenares..E sou super sincera, näo gostei mando a merda... Näo nasci pra satisfazer infelizes."
"Bruna 30", en casi todo lo que decía y pedía, tenía razón. Una instantánea, nunca capta el aire que desplaza el movimiento, nunca captura el espíritu. Una instantánea, milenaria, miente.

Día vigésimo noveno:
"En realidad sólo quiero encontrar a alguien que me libre de acabar viviendo con diez gatos. Nueve ya son suficientes."  Así, de este modo tan divertido se presentaba "Planes 32" que también añadía; "Gender is a lie" el genero es una mentira.
Tito sólo entro a ver su perfil, era evidente que aunque ingenioso, el abismo de la edad y el aspecto fornido y de albañil que tenía el chaval, hacían imposible una interacción.
Tito entró entonces en el perfil de un joven de 29 años, con los ojos azules y de mirada espantada, que se definía como artista y también derivaba para saber de él, a una cuenta de instagram.
Miguel, era sensible y recitaba muy bien a Francisco Villaespesa, su dicción era exquisita y sus pausas sublimes. Miguelydiez, si era interesante, era un bello efebo de cabellera al viento, embriagado de amores y que sonriendo en el rojo purpúreo de su cuarto, hacía que la losa de la edad pesara sobre los atormentados hombro de un ya herido Casamar. No todo era prosaico en aquella red, ahora incluso a través del ventanal de luz de Miguel, había poesía y celestial claridad. Migue, decía que tenía estos poemas, tatuados en su lengua y que sin quererlo saltaban ellos solos de su boca, al viento y al espectador que si es receptivo los quiera abrazar.

Día trigésimo:
Tito, entraba y salía, de todos y cada uno de aquellos nuevos perfiles y registraba en aquellas taquillas de extraña desnudez, buscando encontrar lo elevado y sublime de aquellos personajes que habitaban los puestos de aquel mercado de coloridos locales. Carlos, Manu, Paulo, Luis, Peris, JackyTrans, Carpe Diem, Discretímido...... muchos rostros y muchas frases para bucear y así poder abrazar aquellas poliédricas personalidades.

Día trigésimo primero:
Kike, empujaba una carretilla en su foto de perfil. Kike, el de la carretilla, decía que tenía un espárrago de 20 cm, que buscaba jóvenes a los que encular. Tito, no era joven, pero le mintió, estaba harto de tanto farol en aquellas redes, de tanto fanfarrón que se hacía el dios, presumiendo de que eran activos y de que querían culitos frescos y jóvenes. Tito le dijo que tenía un culito barbaro, que tenía 23 añitos y que era la primera vez que se atrevía a adentrarse allí. Y cuando tras una muy larga y latosa conversación lo tenía ya muy caliente y le había sacado información sobre cómo se le ponía duro aquel vergón, a los 54 años.Tito, tras decirle, soy amigo de tu hijo, lo bloqueo.
Kike, era el típico vulgar fornicador, embaucador de tontas que se cegaban con el tamaño de un rabo, un cuerpo cavernoso inflamado en muchos de los casos por obra y gracia de la viagra.

Día trigésimo segundo:
Era curioso, que en aquel microcosmos, hubiera tanta mariquita tan exigente, con unas listas de advertencias, deseos, prospectos desalentadores, pues parecía que interactuar con ellas, era someterse a una disputada oposición, examen del que de entrada dado los requerimientos uno ya se veía suspenso. Aun así, Tito, saludo a aquella reina de los casilleros, a aquel remilgado Adonis, no sin pensar que cuando uno se considera tan "Divina", no debería estar allí, pues era muy fácil contaminarse con la mierda del palomar de al lado, ubicado allí por la distancia y el azar.

Día trigésimo tercero:
A Tito, le exasperaba mucho, tanto machito loca, que había allí, que criticaban la pluma y el ser afeminado, pero luego abiertamente declaraban que a ellas, les gustaba que le clavaran un buen rabo. Era todo tan incongruente, aquellas zonaciones auspiciadas por iguales en vicio y perversión. Ganas tenía de replicarles, de ponerlos a parir. Pero renglón seguido, el Casamar, pensaba ¿Para qué?

Día trigésimo cuarto:
La realidad es abrupta. La realidad oculta, bajo el agua que eran aquellos coloristas o vacíos perfiles, era desoladora. Sumergirse, en aquellas heladas aguas, para sondear el verdadero tamaño del iceberg, era una misión de la que Tito, no solía salir indemne.
Comenzar a ascender en aquella espiral, parecía divertido, pero era una senda de soledad, de sinsabores, unas veces cómicos, hilarantes, pero casi siempre, aunque provocarán risas, eran descorazonadores. Jóvenes que fanfarroneaban, sólo. porque estaban comenzando a ascender por aquel helicoidal patíbulo, de sobreexposición, de necesidad, de ofertas y demandas, de transacciones. Grindr, era una calle trasera, un callejón apartado, donde los chaperos, reclaman y los necesitados clientes, regatean. No había amor, en aquel antro de casilleros malditos, no había nada más, que seres humanos necesitados de caricias y de frases amables, seres que traspasada la puerta de estas transacciones, ya no sabían regresar a la vida normal.

Día trigésimo quinto:
Tito, ya muy vapuleado por aquella forzada experiencia, por aquella impuesta penitencia, de decir la verdad y no mentir, volvió a padecer un nuevo rechazo. El caprichoso amor, o al menos el germen de él, es así, arroja un puñado de semillas al pedregal, a sabiendas, de que nunca germinarán. Luis, el elegido, el maldito ser de mirada acuosa, desde el comienzo, mostró desdén, cruel desdén.
Transitar aquellos caminos de perdición, conllevaba topar con fatídicos peregrinos, idealizados perfiles, que habitaban casilleros cándidos, elevados, tórridos.

Día trigésimo sexto:
No fue nada divertido toparse con alguien que conocía en la vida real. alguien a quien incluso admiraba, alguien que en aquella red, trampa mortal, le forzó a mantener un patético y absurdo sexo virtual. La cárcel de los modales, con demasiada frecuencia, nos juega muy malas pasadas. Esa educación empática, que nos fuerza a decir que si, cuando la entrega va a suponer para nosotros, un arrastrarnos por un fango virtual, que es complicado de lavar y procesar. Jamás imaginó Tito Casamar, que la cúspide de su Olimpo, le fuera a pedir que lo follara y que se corriera a pelo dentro de él, aunque este acto y petición, sólo fuera virtual. Se sentía sucio y se dio una ducha, tras aquel aquelarre de frases vulgares, a las que Tito, el sumiso y educado Tito, contestaba que sí.

Día trigésimo séptimo:
Había en aquella red una maldita fauna abonada a la perversión de modo perenne.
"El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje, dale una máscara y te dirá la verdad" Oscar Wilde.
Quizás, allí, en aquel aquelarre de vicio, estaba la verdad, la verdad de la bajeza del ser humano.

Día trigésimo octavo:
El viacrucis del deambular por aquellas estaciones, resultaba cada vez más pesado y Tito, debía obligarse a escarbar, en aquellos bríos, buscando las fisuras por las que se colaba la debilidad y la verdad. Ese día decidió el Casamar, añadir a su perfil, dos frases más:
- Nunca miento.
- Detesto las mentiras.
Eran dos avisos, advertencias a aquella fauna que no dudaba en utilizar frases de otros, fotos de otros y una vida que les permitía vivir a escondidas su debilidad, su furia y cabreo con el mundo, un mundo en el que no se atrevían a encajar. la sociedad es dura, pero la cobardía y dar rienda suelta al yo alocado en aquel antro de calle trasera, nunca la iba a cambiar.
Nada de afeminados decían algunos, como si ser afeminado, amanerado, fuera un delito. La crueldad de algunos prospectos de algunas fornidas viciosas, era deleznable, repetía el rechazo de la sociedad al gay visible, al que natura le negaba la posibilidad de esconderse, en aquel viciado oasis de vanidad se repetía la asquerosa máxima de la discreción y de lo relevante que era, que a uno no se le note que es maricón.
Esconder que uno era gay, esconder la afectación, era mentir, y era la peor de las mentiras, porque era castrarse, para poder seguir deambulando por un mundo exterior que no te quería tal cual tu eras, rechazo que la loca hombruna, tambien exportaba a este lumínico lupanar virtual de mamones y fornidos pasivos.

Día trigésimo noveno:
- El lazo de tus versos, se vuelve lapislázuli en mi caleidoscópica visión de tus anhelos, contagiándome con parte de tus emociones.
Así, de forma tan bella, le interpelo en aquella red maldita, Israel.
Supuso en seguida, que Israel, había entrado a leer sus poemas, había entrado en su blog.
Tito había decidido enlazar su blog, "Desordenaré las lluvias" con su perfil en Grindr. Había decidido elevar aún más el listón, en aquel valle de carencias.
Estaba tan sorprendido que no daba crédito a aquel casillero, llamado Israel, aquel palomar tranquilo de bucólico paisaje verde.
- Que bonitas palabras.
Contestó asombrado el Casamar.
A lo que Israel contestó:
- Tus temores, riman con mis indecisiones, y es un alivio ser "cualquier persona" en "cualquier lugar" de tu mundo, mientras leo tus instintos poéticos.
Tras esta frase, Israel, desapareció. Brillo con la sublime estelaridad de una estrella fugaz, brillo para que pidiera un deseo, brillo para atormentar a Tito Csmar, para recordarle que en todas partes hay belleza y que no podía desechar a todos, aunque lo común en aquel mercado, fuera la mediocridad.

Día cuadragésimo:
"Una mañana al levantarme, me di cuenta que el viento por la noche, se había llevado todos mis planes"
Así pedía "MASCDISCRET"; disfrutar del momento, sin compromiso, de forma serena y discreta.
Etiquetas, para tarros de mermelada que tenían próxima la fecha de caducidad, para desechos de tientas. Era fácil reconocer, en aquellas palabras, que estaba casado o lo había estado, y no con un hombre, sino con una mujer, a la que por lógica había terminado defraudando. Buscaba complicidad, decía que tenía clase, que buscaba hombres masculinos y atractivos, con los que salir de bares, sin llamar la atención, sin despertar sospechas. Tito, lo veía claro, etiquetas, para tapar la etiqueta real, la cobardía de no asumir, aquella cerril debilidad, que le forzaba a mostrar su hambre de hombre en aquel casillero sin rostro, con una foto de una alta montaña, a la que él, renunciaba a escalar, porque el cobarde no escala, la cobardía busca un atajo en el llano, para no afrontar las nieves perpetuas de la verdad.

Día cuadragésimo primero:
Se despertó sobresaltado y pensando que el amor no habita en los lupanares, que era una misión que tiznaba su níveo talante, escarbar y desentrañar bondad en aquel pudridero de cándidos y vapuleados infantes.
Tito, se estaba obsesionando, con los infiernos personales de muchos de los inspeccionados perfiles. Tito, quería saber de ellos, analizando sus fotos, el contexto zafio de sus cuartos de baño, sus camas revueltas, su ropa tirada por los suelos, las casas de sus padres y los detalles que había en los muebles. Quería saber, para poder entender, para acercarse a sus despertares, a la razón primigenia que los había empujado a aquella sórdida clandestinidad.
Delante del ordenador, mientras escribía y inspeccionaba en el móvil la magnética perdición de aquella perversa red, no dejaba de pensar en aquel inhumano mercado de medidas. Baltasar sobre sus piernas ronroneaba, ajeno a aquella vorágine de cuerpos, ajeno a las locas pretensiones de Tito, de querer meter en un hoyo en la arena de la playa, cubito a cubito, toda la inmensidad del agua de aquel turbulento mar.

Día cuadragésimo segundo:
Se conectó a mediodía y se topó con José Antonio, un cubano de Isabela de Sagua. Le contó que su abuela era española de un pequeño pueblo de Extremadura, que era de una familia pudiente allí en la isla, pero que hecho a perder su vida, porque se enamoró de un negro y lo dejó todo por él, y que ese negro era su abuelo, Zacarías Santana. José Antonio era un bello mulato de color miel.

Día cuadragésimo tercero:
"La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse." Decía Yaguito, en el encabezado de su perfil. Y era muy cierto lo que decía. No todo el mundo era tan osado como él, como ella, o lo que realmente fuese. Aparecía en sus fotos travestido, con un cutis horrible, lleno de cicatrices de un virulento acné Pero aun así, se mostraba tal cual, desafiando a los convencionalismos estéticos. Y pedía o buscaba hombres guapos, masculinos, educados. Parecía como si Yaguito, no fuera consciente de su deplorable aspecto. Por esa razón. la máxima de su encabezado, cobraba aún más fuerza, por lo osada que era su elección.

Día cuadragésimo cuarto:
Endimión, lucia airoso en medio de un desordenado cuarto, donde no se cuidaba nada la puesta en escena, o quizás sí, y esa era su intención, mostrar el caos, en el que él, era un sirénido varado sobre una cama deshecha. No faltaba de nada en aquella ambientación, ropa tirada por el suelo, unas sillas de plastico rojas con propaganda, la bombilla pelada en el techo, y en el pasillo que se veía a través de la puerta abierta, la fregona y su cubo rojo. Era complicado seducir de aquel modo, todo era tan sórdido, el sucio dormitorio y su barriga enorme y cervecera que amenazaba con estallar, sólo invitaban a no entrar, a no preguntar, a pasar de largo delante de aquel ventanal.

Día cuadragésimo quinto:
Tito Csmar, aquella mañana de trinos y sol, aquella mañana de primavera se chocó en las redes perversas, con una curiosa frase: "El dolor no me desagrada", esto lo decía Pablo, un joven de hombre de 38 años, también hablaba de morbo, de su tendencia a demandar, buscar y disfrutar de cosas prohibidas, desagradables, crueles, enfermizas, de su gusto irrefrenable por la amoralidad. Tito, interactuó con él, con la tranquilidad que daba su edad, que no era la de un fatuo niñato de dieciocho años o de veinte. Pablo, tras arañar aquella coraza de frívola alteración, era muy normal, no deseaba nada de lo que en su prospecto pedía, sólo buscaba un igual, un compañero de juegos para amar y saborear  con él, todos los rincones y formas del placer. Tito frente al ordenador e inundado de la luz que entraba por el ventana de su cuarto, apuro el café y se despidió de Pablo, diciéndole, que su nombre, era uno de sus nombres favoritos y que no le hubiera importado llamarse Pablo, Pablo Casamar. Tras la charla, Tito, salió al patio y mientras paseaba de bajo de la higuera con su perra, se reía, de las perversiones tan cándidas del infeliz Pablo.

Día cuadragésimo sexto:
Con los criterios de selección, por tribu, interés, rol, edad, altura, peso, origen étnico, si tenían foto o no, la red se volvía por momentos más rica e interesante.A Tito, le encantaba buscar por lo que él, llamaba "franjas horarias" inspeccionar las nuevas combinatorias de casilleros según sus datos comunes, seres agrupados en la pantalla del Casamar, porque buscaban satisfacer una idéntica necesidad.

Día cuadragésimo séptimo:
La juventud pide imposibles, la idiotez también. El conformismo y la aceptación llegan con la edad, con la madurez. Era una red explosiva, porque las generaciones estaban mezcladas y las unas en las otras buscaban una simbiosis, y eso acentuaba aún más la fanfarronería de los niñatos, de los cuerpos de gimnasio, de los que decían tener una gran verga. Era un mercadeo con demasiada frecuencia agresivo, taxativo, borde. Los jóvenes jugaban sus cartas con desprecio hacia el mayor, los machos con desprecio hacia el que tenía pluma, los viejos se despreciaban entre ellos, rechazándose unos a otros porque perseguían el esplendor de los tallos tiernos. Eran muy pocos los que dejan abierta la interacción, a la rara avis de la naturalidad, a lo que termine surgiendo. La decepción de Tito iba in crescendo, le asqueaba aquella desigual e insana competición

Día cuadragésimo octavo:
Mentir tiene su laboriosidad, tiene sus cuitas, tiene su esfuerzo, porque mentir significa montar un coherente entramado de patrañas que se sustenten unas a otras. Por eso mentir es un ejercicio de fantasía sin fin. Hacer trampas en aquella red social, era muy habitual y Tito, ya había pillado algunas.
"El mundo que respiro es sueño, inconforme, dedos envenenados" decía un nuevo perfil, llamado "Conde Buffon". Lo curioso es que realmente no era nuevo, era una vieja lata orinada, con un producto tóxico y caducado, que se había etiquetado de nuevo.

Día cuadragésimo noveno:
Cuanto más cretino era el personaje, más farragosa era su frase y la corte de acotaciones y máximas que la acompañaban, ramplona estelaridad, para tan rastrero vicio. Tito, sentía pereza, pero a a vez sentía próximo el fin de su impuesto martirio. El confinamiento parecía que tocaba a su fin, y con él, la liberación, de aquel diario, sobre las redes malditas y deliciosas.

Día quincuagésimo:
El Casamar, cada vez estaba más hastiado de aquellos casilleros, de aquellas fulanas, de las raquíticas sorpresas de aquella aplicación. Era tan predecible el grindr, que espaciaba cada vez más sus entradas y no sentía ya ningún placer en husmear en aquel herrumbroso lupanar.
Tito, aquella mañana se conectó, buscando despedirse de los escasos perfiles atractivos, buscando tomar las últimas notas, buscando el hartazgo, empacharse de aquella ordinariez, para no volver a desear entrar allí, ni como ejercicio para poder escribir.
Tito, sintió la necesidad de modificar su perfil por última vez y añadió sobre su inventado lema, "Neur etser fiser dester"  los lapidarios títulos de dos obras de Valdés Leal, dos obras que retrataban a la perfección donde terminan las proezas de hombre, el poder, la belleza, el dinero. "FINIS GLORIAE MUNDI ",  "IN ICTU OCULI". Tito Csmar, estaba saturado de tanta y tan mal entendida vanidad.




viernes, 20 de marzo de 2020

Ser tú


Quiero habitar en tus sueños.
Quiero ser tu única fantasía.
Es enfermizo el amor.
Quiero sentir tu pulso.
Ser el aire que aran tus infinitas pestañas.
Mi edén está en habitar dentro y fuera de ti.
Rozándote, impregnándote.
Quiero dejar de ser y ser tú.

Infierno


En las redes de la perversión, habitan demasiados narcisos.
Días de lluvia y de lagunas Estigias.
Es tan grande el miedo a morir sin sentir un abrazo.
El miedo a diluirse, en la enormidad y el voraz fuego de la incineración.
Busco, sin encontrar, una sonrisa, en la gelidez de lo urgente.
Medidos como reses, contados como trofeos de una Parca invitada a esta fiesta por la ineptitud.

martes, 17 de marzo de 2020

Las manos




Las manos, las verdaderas artífices del progreso,
capaces de acariciar y de empuñar la venganza.
Las manos, tensión y brío,
que atan y desatan,
a las órdenes de un corazón victorioso o rendido.

Querer sonreír siempre, es una tragedia


Buscando morir seguimos viviendo,
malviviendo, penando.
Eternas etílicas noches sin placer.
Nada se puede lograr en la desesperación
de buscar fenecer.
Olas de ira y placebos,
de besos opiáceos,
de humo y luz de neón.
Buscando olvidar fijamos de modo indeleble los recuerdos,
con el fuego que nada purga,
con las lágrimas que abrasan nuestro rostro al rodar.

No creo en ti, ya no creo en mi.
Busco el dulzor de la eternidad
y mi perdición lo aleja de mi.
Busco las fisuras de la estafa que es vivir.
El infierno es recordar,
el cielo, que yo persigo, es el olvido.
Querer sonreír siempre, es una tragedia.

viernes, 13 de marzo de 2020

Coronavirus


Sentir que uno va a desaparecer, fuerza la valentía de contar las últimas horas, de relatar el encierro, la soledad de rendirse, de postrarse en la cama y esperan que a nuestro pecho lo inflame el último aliento.
Estoy solo, no tengo ni progenitores, ni descendencia, es el drama de ser homoxesual en la Lombardia. Nada tengo, poco voy a legar, a unos sobrinos que siempre me han visto como un ser extraño, como un tío raro, como un personaje al que nunca se entretuvieron en comprender, valorar y abordar.
Sé, que me queda poco, que la moderada y pertinaz fiebre oprime mi pecho. Sé, que debo permanecer en mi casa. Sé, que estoy contagiado y ya no hay vuelta atrás. Soy de los prescindibles, soy de los que ya no cuentan, soy de los que dan ruido y ya nada aportan.
Estamos en el siglo XXI y que pocas cosas han cambiado. La hora de la muerte, sigue estando ahí, es una espada de Damocles, que yo, ahora siento como roza mi frente, afilada, gelida, finiquitadora.
Ya no tengo fuerzas ni para toser. He puesto en bucle, Oda a la muerte de Mister Henry Purcell, de Jeremiah Clarke. Morir tiene su teatralidad, y puestos a elegir en este forzado encierro, quiero y debo permitírmela.
Ya nada es mío, ya no siento ni que mi aliento me pertenezca. Sólo siento como me diluyo por algo tan minusculo como un virus, algo tan pequeño y tan poco valorado por los que nos rigen, por mi. Mi último mal, un mal de muchos, de muchos viejos, esos que hemos construido los nuevos tiempos, pero que hoy, para la necia juventud, sobramos.

martes, 10 de marzo de 2020

Verbos lacerantes


¿Quién te puede querer? Le repetía diariamente, quien decía amarle.
Siempre sintió que no le amaban con su desmedido amor, con su admiración. Siempre sintió y le hicieron sentir, que su estela de desgracias, no era atractiva, que generaba lastima.
Hay trayectorias impuestas, no todo es una fácil elección, y él, no había decidido todo lo que le marcó y aconteció en su infancia.
- El amor es una zarza, en la que con placer te enredas. El amor es un zarzal, del que con mucho dolor, si puedes, te alejas.
Esto solía decir cuando analizaba su elección, el haber elegido quererle a él; el haberse dejado enredar por aquel tóxico amor, que vendía tan caras sus caricias, aquel amado de verbos urticantes, de lacerantes palabras.
¿Quien te puede querer a ti? Le decía cada mañana, quien decía amarle.

sábado, 7 de marzo de 2020

El tiempo finito no permite veleidades



Es imposible ser lo que no se es, amar lo que se aborrece. La eternidad no existe y el tiempo finito no permite veleidades. Nos parapetamos tras la coraza de la virilidad, esperando que tras ella se diluyan las emociones, el indómito amor, la pasión entre iguales. Somos la tragedia de lo que no asumimos, la aberrante obcecación por ser quien no somos, ni seremos. Es dulce la sangre de las conquistas, pero un reino no es sólo rendición, de un reino siempre esperas amor.

Desdeñar


La belleza no sólo debe ser contemplada, si es posible hay que asirla, raptarla y hacerla nuestra. Sin dominio, no hay conquista.
De qué sirve sentir. que es igual que tú, si tú, no le atraes, si tu atractivo no lo rinde.
La pasión es indómita, no obedece a razones, no está sujeta a ninguna regla, no complace al más insistente. Con demasiada frecuencia el más laureado no rinde nada más que vil metal y en su frío lecho de doradas proezas, no yace ningún pecho herido, ningún cálido amor.
Triste que la única existencia que vamos a disfrutar, sólo nos permita elegir y desdeñar una sola vez, sin vuelta atrás.

jueves, 5 de marzo de 2020

El éxito


La estulticia habita en los días felices, en el inexistente horizonte del necio. Quien ninguna meta persigue, ningún tormento padece. Los monstruos habitan en el jardín de la ambición.
Pensar produce desvelos, algo que no padece nunca el haragan. Muy claro lo tenía Balbina, buscar fortuna atrae muchos infortunios, ella, sabía de caídas y de cuervos enharinados; ella, conocía lo que es tener y perder, y volver a luchar y volver a tener. Todo lo que ella poseía, todo, lo había peleado con saña, pero aun así era criticada y envidiada por haber sudado a destajo su capital y su estatus.
Ninguna mujer había llegado tan lejos, a ser la presidenta de la cooperativa del aceite, hasta que ella lo fue. Sabía moverse entre hombre, sabía imponer su opinión, sabía pelear cuando tenía la razón, era un peón con porte y estatus de reina..
Solía decir Balbina, que el amor es un síntoma de debilidad, ella, nunca se había enamorado, o al menos nadie había oído que así fuera. Los caminos largos no permiten distracciones y ella no se habia distraido en nada, con nada, con nadie.
El exito tambien se cimenta sobre errores, sobre decisiones inamovibles que fueron una atroz equivocación. Y era ahora, cuando ella, lo sentía así. Decisiones imposibles de desandar.
Balbina, era una añosa reina virgen, que en su alcoba, echaba en falta un poco de calor.

El recuerdo


Siempre pensé en el fracaso, de modo obsesivo, para poder esquivarlo. No se puede amar y competir, el amor no es una insana competición.
La guerra, empieza mucho tiempo antes de haber sido declarada. A veces, muchas veces, nacemos para colisionar y soportamos estoicamente antes de la deflagración.
No es nuestra la tierra que pisamos, nada es nuestro, ni los efímeros disfrutes que buscamos legar y, con demasiada frecuencia, no sabemos a quién, porque no sabemos a quien realmente amamos.
Mi torpeza es hablar de "mañana", de un tiempo que no existe y para el que me empeño en guardar mil instantáneas.
¿Que es dar frutos? Si, en ese bello jardín de ensoñaciones, sólo paseas tu.
Languidezco solo, en la selva de proezas que nadie entiende. Fiebre, pasión, loco empeño, que me impele a atesorar pensamientos, colores, piedras, hojas, flores, miradas, con los que coser de modo indeleble los instantes para poderlos legar.
Realmente morir es, que nadie nos recuerde, que nuestra existencia deje de existir.