jueves, 3 de diciembre de 2020
Sobre tu tersura
Si la algarabía disléxica de mi brío estuviera atenazada por tu dulzura.
Si en el rocío de mis noches florecieras tú.
Busco tu azahar, tu almíbar remostoso.
Busco tu mano, en este lecho frío de perenne invierno.
Si el bravo mar quisiera
con sus verde olas,
arrasara con su furia
la desidia de este infierno de interior
que me cerca y desola.
Si el bravo mar
con su indómita imprudencia
me trajera a mi lejanas costas
un ejército de marineros
fieles a la verdad
y sin un ápice de mancha
del erial de las sombras.
Si el bravo mar quisiera
convertiría en un vergel
esta mazmorra.
martes, 1 de diciembre de 2020
En las faldas
a merced de la escorrentía,
la fragilidad de lo bello,
en la inestable ladera.
Se asienta mi proeza
en las faldas de arena del tiempo,
arena que grano a grano rueda.
domingo, 29 de noviembre de 2020
Coraza
Es esclarecedora la escarcha, los días fríos sin nadie, el desierto de caricias, el maldito y desolador tiempo de ensimismamiento.
Nadie se percata de este socavador oleaje interno que me asola.
Nadie vive en mi, o con la suficiente proximidad como para percatarse de la frialdad de mis salas, de los cuartos en los que me consume el pesar.
Tiempo de punzantes alfileres, de trajes teatrales que venden felicidad, artificio, gloria.
Luces cenitales que me hacen brillar en una escena de fama inhóspita, de celebridad de sonrisas falsas, de aplausos hipócritas.
Nadie ve los tesoros de mia alma, sólo se percatan y ciegan con la mueca de mi sublime coraza.
jueves, 26 de noviembre de 2020
Papel pautado
Endiablado aprisco que fuerza un único y fatídico movimiento.
Oda irredenta, lamento nada salvífico.
Fusas y semifusas, garrapateas y semigarrapateas.
Celeridad que impide el pleno disfrute.
Calma que que nos hace agonizar, persiguiendo disfrutar.
martes, 24 de noviembre de 2020
La lluvia
que lame inclemente,
el borde abrupto
de mis defensas.
La lluvia,
que mengua la claridad de mis días.
Fenecen las hojas,
las horas y los brillos.
Fenece el ámbar,
la miel y el brío.
Es frío este amanecer
de pertinaz llovizna.
No tengo corcel,
no tengo bridas.
Y lento y descalzo
camino por la descarnada vereda
del otoño de mis nublados y anegados días.
jueves, 19 de noviembre de 2020
Predios regados de sal
Imposible vivir sin depender.
Vivir sin los malditos lazos de los esclavizantes afectos.
No me redime mi sangre.
No fluye por mis venas, nada más que hiel.
Urdimbre de frases de desprecio.
Predios regados de sal, donde nada florece.
Urticantes caricias de amores perros.
Papel pautado con un atronador bajo continuo.
Bajo mi piel el arador de la sarna me devora.
Me devora y yo finjo y sonrió como si no pasara nada.
miércoles, 11 de noviembre de 2020
viernes, 30 de octubre de 2020
Tonino de Haro
Me cimbrea la codicia cuando la veo pavonearse por la Calle Ancha, cuando encaramada sobre sus finos tacones vuela libre, con esa libertad que yo mil veces he soñado y nunca he sido capaz de poner en pie.
Me mata su almizclado olor, el olor a su madre, ese olor fuerte, a hembra recia e incansable. La Rubia, siempre se puso las habladurías por montera, siempre salió a la calle fresca y provocativa, diciendo sin decirlo:
- Aquí estoy, me follo a todos vuestros maridos. No me tengáis pena, porque lo hago por dinero. Y me gasto esos cuartos que les saco, sin pedir permiso a nadie, en lo que quiero.
Me cimbrea la envidia cuando veo a Tonino, pavonearse por la calle y entre aspavientos cortar el aire.
Cuando veo, como se lo comen con la mirada hasta los más píos, cuando sus largas piernas enfundadas en unas medias de cristal provocan celos en todas las mujeres.
Su madre, era un portento de carnes prietas, de lengua desenredada, de gracejo, de carnalidad.
Tonino, creció a sus faldas, correteando por los pasillos de La Pista. Creció entre las zalamerías de los que allí iban a gastarse el dinero. Creció entre los caprichos con los que lo consentían las otras chicas.
Tonino, creció entre ellas, como una de ellas, creció salvaje, creció visceral. Nadie reprimió nada en él, nadie podó en él, aquella androginia, aquella elegante cadencia, aquella chispa. Mientras se enharinaba de polvos de arroz, se iba enharinando de vicio, de la audacia de su madre, de su frívolo contoneo, de su sensual arrebato.
La Rubia, nunca prestó demasiada atención a su vástago, al bastardo de Don Lucas de Haro. Y así fue, como se crió libérrimo, al calor de los fogones de Marcela y entre los saltos de cama y los marabús de las niñas del burdel. Alejado de todos los de su edad, siempre metido en las conversaciones de los mayores, viendo natural el fornicio y las particulares perversiones de los clientes más adinerados. Se crió sin moral, sin bridas, sin freno. Y nunca nadie le dijo que no debía ser amanerado, que no debía vestir con aquellos trapos, ni jugar a seducir a los clientes del lupanar de su madre. Nunca tuvo un referente paterno al que imitar, y plagio y remedo el fulaneo de unas y otras, y sobre todo las malas mañas de Marcela.
Todo transcurrió de modo rodado, y a los catorce años hizo sus primeros pinitos en las artes remuneradas del amor, claro está, de espaldas a su madre, y con la única complicidad de la sórdida Marcela, que se sacaba su pequeña comisión, silenciando y amparando aquellas transacciones. En aquella brecha de mercado, donde no tenia competencia en el lupanar. Él, era el único virginal, gracioso y amanerado infante, y aunque pareciese insólito, su carne tersa tenía más demanda de la imaginada y eso forzaba a Marcela y a Tonino, a tomar mil cautelas y para que no llegara a oídos de su madre, que existía un nuevo cuarto en la casa, el dormitorio de Marcela ubicado entre la cocina y la despensa, pared con pared con el hogar donde se calentaban los pucheros para alimentar a las chicas de La Pista. Un nuevo catre, donde Tonino se iba curtiendo en las artes de los vicio, en el arte de sacar tajada de las desviaciones de sus amantes, de engatusar a sus clientes.
Aquiescencia
No tiene mi consentimiento el día para amanecer.
No me consultan las tormentas para irrumpir en mi vida.
No tiene mi beneplácito el amor, para incendiar mis sueños.
Tantas cosas gratas ocurren sin permiso.
Tanto ingrato momento ha sido consentido.
En manos de las olas, que acarician y desgarran.
Mecido por el si quiero que abre la puerta a tanto malestar.
lunes, 26 de octubre de 2020
Orejas de asno tengo
Amputa la pereza,
el ingenio de los volátiles segundo,
la chispa que prende el cañaveral de la molicie.
De nada ya soy rey,
de nada soy ya dueño,
porque preso en este encierro,
ya no suspiro en verso.
Me susurra al oído la Parca, canciones de cuna,
me pierde en el bosque de mi infancia,
me aturde con los chismes de las grajas.
Orejas de asno tengo, orejas sin discernimiento.
Que desbravado estoy en este cubil de invierno.
Príncipe de las veletas, mecido por este impertinente viento.
sábado, 24 de octubre de 2020
Intrascendencia
He bebido cinco cervezas, rodeado de la pertinente intrascendencia. No es fácil soportar las horas, que se hacen infinitas en los pueblos arrasados por el nuevo analfabetismo. Me siento solo, no me duele articularlo. Solamente me falta planear la última y fatal huida, el desesperado último viaje. No soy pesimista, siempre veo el vaso medio lleno, pero no se puede ver medio lleno, lo que está vacío.
lunes, 19 de octubre de 2020
Sueño
No sé interpretar mis sueños.
No sé dominar el viento,
que en el infierno de mis pesadillas,
me lanza contra los escollos de tu desamor.
Espero en la puerta de la vigilia,
como virgen necia, sin aceite y sin previsión.
Sueño desesperanzas, persigo una quimera.
Ruego a los cataclismos,
que fulminen este duermevela de desazón.
sábado, 3 de octubre de 2020
Su sombra trajo el frío
Y las alas del otoño llegaron y se desplegaron sobre el valle, y su sombra trajo el frío, el viento que convierte las lágrimas es bella escarcha.
Los príncipes nunca lloran, su ojos ya son de escarcha, de gélido azul.
Mirame y dime, que no sientes su pérdida, que estas alas sólo traen tiniebla.
Si mi custodio quisiera disipar tormentos, si el batir de sus blancas alas, dispersara a los cuervos negros.
El musgos se despereza en la tapia del cementerio, y espera a los nuevos lutos, que se sumarán a los viejos.
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