Soy príncipe sin tinieblas que ya saborea la insípida eternidad.
Está bañada de luz muy fría mi desesperación,
ese jardín arrasado por la estampida de los recuerdos,
por esa manada que deambula en mis noches destrozando rosas.
Soy desigual, de bordes cortantes, de interior lacerante, de estulta pasión.
Soy, y me temo, en ese remolino de color y demencia, que mancha con ridículo tino.
Soy y no olvido, aunque olvidar quisiera
para descansar de esta guerra de afrentas pendientes, de carceleras deudas.
Soy reino de urticantes fresas, de relamida violencia,
de espasmos y noches plagadas de curvas que me aturden y envenenan.
Soy sin querer serlo, y tanto soy, que desbordo el tablero de mi partida
y en incursiones y razias rapiño torres y alfiles en los dameros olvidados
de los que ya han perdido hacienda y vida.
Soy hurraca, picaza, picaraza, marica y pega.
Soy ladrona astuta que atesora olvido, que llena su casa del calor de los que ya se han ido.
Soy camino de destellos, que voy jalonando de dadivas que impidan mi olvido.
¿Quién se acordará de mi cuando ya este muerto?
Príncipe sin tinieblas por atesorar destellos,