sábado, 22 de septiembre de 2012

El esbelto tallo

Usa el tiempo del que dispones y diezmale horas al sueño. 
Que en el tabernáculo de los velos no se defiende un imperio
En el escamado friso de tu casa, bajo la luz de una antorcha y con la fuerza que impone el temor, no claudicare, es mi recia estrategia. No desfallecer en los repletos días y en las vacías noches.

Lleno de burladas y trabadas palabras, nada te diré.

Es la gratuita violencia, alarde de poder la que perpetua las frágiles fronteras.

Te esperare a la sombra de las perdidas caricias, junto a las envidiosas lenguas de áspid, que me impiden volver a sentir los instantes pretéritos. Torturadoras Parcas que devoráis bellos presentes. 
Acuchillare tu túnica, ante la imposibilidad de dañar tu cuerpo.
No viniste ayer y no pude dormir, con el plenilunio se reboso la frágil copa y en el aguacero de daños que ocasiona tu ausencia, se quebró el esbelto tallo.
Ya no hay perdón, me repito un instante tras otro, ni es posible que el tiempo restañe la fractura, la defensa de las fronteras ante el asedio de extranjeros afectos, ha sido muy perniciosa y se que me postrara en una inactiva vigilia.
Ha sido la sacerdotisa y su posición en la tirada, la que me ha confirmado el monumental cataclismo. A la torre un rayo la fulminara.

jueves, 20 de septiembre de 2012

El narcótico y sanador olvido




En el día del Señor de este tormentoso septiembre, le ruego a Dios que ordene mi casa, que sane mis llagas, que erradique el viciante tañer de los pensamientos que siembran cizaña. En esta mañana de misas te rogaré, a ti el único amparo, en la postrante soledad de la perdida, del duelo eterno, de los jarrones de flores marchitas, de los recuerdos elididos, de la parabólica curvatura del afecto.
Si estoy contigo a solas en la casa nuestra, mía y de la Sublime la que por envidia me arrebataste con la velocidad de un rayo. Mi Señor tu que lo tienes todo, porque me has quitado lo único que yo tenia. Te tengo que entender y no te entiendo, debería respetar tu decisión y no puedo. Todo es sombra en este tu valle de lagrimas, donde intento preservar la fragilidad de su legado, un aroma que se me escapa en la enorme casa, en los momentos de rendición, en los momentos de sueño, que me aturde, en el narcótico y sanador olvido, pero no es lo que yo quiero. Quiero que siempre sea ayer, el día de la perdida, se lo debo, quiero llorarla sin consuelo, y en la locura de amor, precipitar tu llamada. Te la has llevado, pues llévame a mi ya contigo



No me permitiré tu olvido

No me rendiré en los paramos lechosos de los carámbanos. Sera en la cumbre de las nieves álgidas y perpetuas, en la asfixiante altitud. Me pondré fin en celebérrima entrega, rozando con mis manos los pies de los ángeles, y heridos mis pies por los punzantes cristales de agua, todo se devanara en un inmaculado y ausente borbotón. Y en el último parpadeo, preludio de la congelación, me envolveré en el naranja de los castaños de septiembre, en el verde blancuzco del puerro, en el oscuro carmín arándano de tu final e imaginado beso. Solo en la más alta cumbre, gélida como tu partida, principio y fin de la desolación, renunciaré a la cura, porque sabes que no permitiré que en mi habite tu olvido.




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Torre de vicio

Entre las adelfas y los cenicientos pinsapos. Por el camino de zahorra descarnada.
Sintiendo las aristas en mis plantas.
Bajo la luna menguante.
Buscando a tientas la satisfacción urgente. 
He dejado el tranquilo hogar, donde me espera la cena caliente.
Y deambulo, en el jardín oscuro y sin norte.
Con la brújula pulsión en la mente.
Nada me redime, nada me sacia.
Es todo vaciedad y urgente coito.
Desconocidos sin rostro y esclavos de la misma erguida torre de vicio.


martes, 18 de septiembre de 2012

Las alabardas



En el remostoso enjambre de palabras, que se agolpan en mi mente por querer salir, pierdo la batalla del control, el tino y la jerarquía. Mi exquisita educación, labrada con el arado de la sangre, ha perdido, es imposible filtrar para en el convenientemente ser, no hay fingimiento ante tanto caudal, que desbocado derriba cualquier dique que yo interponga. Mide en este parámetro mi brutalidad, y entenderás. Todo lo que digo es verdad. Nada me aturde, nada me nubla, solo el daño de mis palabras sutilmente me espanta. Pero como quien yo quiere curtirse, que aguante el chaparrón de las certeras alabardas.




Nada borra el daño

He retirado la alianza de mi anular. Elidiendo el daño que me has causado en el relato de la vida que he compartido contigo, has desaparecido, salvo por el detalle de la gran herida que hoy tengo en el pecho. Es duro pero no puedo borrar tu daño.

El agónico fácil

Desordenaré la lluvia para que lave la miseria. 
De este enredado mundo. 
De este planeta agónico de egoísmos.
De prioridades lastrantes, frustrantes.
Generadoras de desdichas. 
Es tan fácil y lo hacemos tan difícil.



Contigo me curaré

Tropezando en los baches del torturado empedrado, buscaré al héroe. 
Mis imponentes zancadas, bajo el agrio canto del zorzal, rastrearán las pruebas. 
Seré sagaz, nada temo pero todo a mi paso se esconde. 
En el laberinto de sofismas, don de la falsaria razón luce como falsa porcelana en la pretenciosa anaquelería. Desvelaré el enredo del bosque de oleastros.
Y la mentira que fermenta bajo el masear la destaparé. 
Insudaré lo que no ha sido aun escrito. 
Pero la zalagarda será desmontada. 
Y a base de socrocios yo te curaré.




No soy un "spam"

Que fácilmente caemos en los malos modales en el mundo virtual; que fácilmente denostamos sin ninguna información al otro en un alarde de pedantería virtual, desestimando por un excéntrico desinterés, muchísimas y exquisitas frutas que están a nuestro alcance y no están verdes...............
 Que aires nos damos parapetados tras nuestras pantallas, en un fuego de artificio de otros, en unos aplausos a otros, compartiendo sin tino a la caza del vulgar "me gusta". 
Todo esto viene a lo fácil que resulta que la calidad y lo auténtico se nos escape de las manos arrancado por ultracorrección entre la cizaña que llamamos "spam".




Los daños gratuitos

En la urdimbre espinosa de palabras hirientes martirizaré el ingenio retorciendo tus frases.