sábado, 22 de septiembre de 2012

El esbelto tallo

Usa el tiempo del que dispones y diezmale horas al sueño. 
Que en el tabernáculo de los velos no se defiende un imperio
En el escamado friso de tu casa, bajo la luz de una antorcha y con la fuerza que impone el temor, no claudicare, es mi recia estrategia. No desfallecer en los repletos días y en las vacías noches.

Lleno de burladas y trabadas palabras, nada te diré.

Es la gratuita violencia, alarde de poder la que perpetua las frágiles fronteras.

Te esperare a la sombra de las perdidas caricias, junto a las envidiosas lenguas de áspid, que me impiden volver a sentir los instantes pretéritos. Torturadoras Parcas que devoráis bellos presentes. 
Acuchillare tu túnica, ante la imposibilidad de dañar tu cuerpo.
No viniste ayer y no pude dormir, con el plenilunio se reboso la frágil copa y en el aguacero de daños que ocasiona tu ausencia, se quebró el esbelto tallo.
Ya no hay perdón, me repito un instante tras otro, ni es posible que el tiempo restañe la fractura, la defensa de las fronteras ante el asedio de extranjeros afectos, ha sido muy perniciosa y se que me postrara en una inactiva vigilia.
Ha sido la sacerdotisa y su posición en la tirada, la que me ha confirmado el monumental cataclismo. A la torre un rayo la fulminara.

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