martes, 25 de septiembre de 2012

Nada temo bravo mar

Llegó la bajamar, ya puedo buscar entre las húmedas y brillantes caracolas, la perdida tranquilidad. Está mi playa fresca y limpia, en calma y sin la erosiva maldad. Podré dormir, al amparo del erizo, acariciado en las someras aguas por las multicolores anémonas. Bellísimo y salado azul, aguamarina de facetas perfectas, estanque de descanso, reposo de los posos de la escorrentía de la infernal tormenta, suave terciopelo de frondosas algas, acariciadme, no sabéis cuanto os he echado de menos. En la pulcra y viva profundidad del berilo, me zambulliré. Ya nada temo bravo mar de fresca sal, con la pleamar habéis barrido de mi litoral a todo los que me causaban dolor.



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