Me atormento en la atrofiada jerarquía de valores, en el viciado y enrarecido sistema, en la deshumanización, en el consumo voraz. Esta cansina atmósfera de transformación, de generación de bienes de programada obsolescencia, cadena de mamones que atrofian la vid , me postra en una narcótica indolencia, sin ideales y salida. Me siento incapacitado para apreciar nada bueno, en este laberinto desnortado y agotador. Desfallezco en este tormentoso y volcánico limbo de perversión e imposible y domada revuelta. Dios ha muerto y ya nadie puede socorrernos.
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