Con la palma en la mano
Al borde del precipicio de la saturación, mi ser no soporta mas tanto veneno. Ya no metabolizo tanta maldad, y precipita punzante, en hirientes cristales a los pies de mi alma, aislándome en un desierto de cuchillos, de estiletes, de dagas, y de infinitos y cortantes vidrios rotos. El lunes sera mi rendición, tras las alegaciones, pondré fin al martirio, y saldré de la casa consistorial, con la palma en la mano, y sobre mi nimbada cabeza sobrevolara el paráclito.
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