Cuando pedir auxilio es un signo de debilidad.
Se quebró la fortaleza y el soportar.
Como no quejarse ante el dantesco panorama de remiendos y parches.
Enjuagues de regeneración, manoseada palabra, con la que nada reverdece.
Se ahoga el futuro en el empeño de preservar rancias poltronas.
Pasa hambre el infante, mientras el viejo apoltronado muere saciado.
No regamos la base y mantenemos refulgente a la cúspide.
Que padres sois, dirigentes de la patria si no cuidáis a vuestros hijos y los explotáis en asfixiantes aranceles.
Como a ti mismo, dijo Jesús y vosotros solo os queréis a vosotros mismos, casta depredadora del sudor del pueblo, lo vuestro no es vocación es lucrativo oficio.
Retribuidos según valía, ascendiendo según sus méritos, teorema olvida en los cajones vacíos de algún ministerio.
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