domingo, 5 de enero de 2014

Llueve, eternamente llueve

Supuran las llagas de las losas de granito del zaguán.
Humedad, todo es humedad en las piedras de las escaleras.
Resbala el pasamano de latón de la baranda.
Pesa el aire, que flota denso y enfermante en la gran sala.
Vaho en la retícula de cristal de los balcones. 
Vaho en los espejos de distorsionadoras aguas de azogue de plomo. 
Moho en las paredes borrachas de flores burdeos.
Pesan polvorientas las cortinas de adamascado terciopelo rojo, que se entreabren a la pobre luz de la calle.
Llueve, eternamente en invierno aquí llueve.

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