Reinas de casas con los techos muy altos.
Reinas de salones de soledad.
Reinas vírgenes de ajuares sin estrenar.
Como encontrar iguales en estos pueblos pacatos.
Como encontrar lo conveniente rodeadas de tanta inconveniencia.
Noventa años de pureza, Santa Herminia, se han marchado contigo.
Casa de solteras encerradas tras los visillos, bordando querubines y rezando oraciones.
Señoritas de pueblo de estatus y star impecables.
Impecable e imposible fuera de vuestra rancia clase.
Se van marchando las Castas, para el mundo de los castos.
Para el mundo estanco del que ya no se vuelve.
Amigas mías y del abolengo, tías lejanas de star tan próximo.
Estrellas calidad en esta plúmbea atmósfera de zafio diario y vulgar domingo.
Adoradoras del Santisimo, devotas de San Antonio.
Incansables esclamadoras de bellas jaculatorias.
Todo se esfuma en este verano de invierno.
Nobles señoras de casa decadente, de pertinaz perfume de rosas.
Todo pasa y solo lo raro permanece congelado en el salón de la gran araña.
En los pasillos de los ciervos que lloran.
En los balcones cerrados donde las plantas mueren.
Antonia, Julia, Herminia, ya no tiene el tiempo destellos dorados.
Ya no tiene la misa el candor de vuestro refulgente rayo.
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