Que poco moralmente vale el que arrumba templos del Espíritu Santo.
El que ultraja cadáveres de seres generosos que donaron sus cuerpos para hacer crecer la ciencia.
Seres que dieron su más importante posesión en la vida terrena.
Que poco vale quien este gesto no aprecia.
Que poco vale el que a esos cuerpos ultraja.
Que poco estima la libertad del otro el que a los otros el credo, de su sin credo impone.
Que poco es quien la libertada de los otros, envuelto en la bandera del libertinaje, vapulea.
No son las catacumbas el lugar de la luz, por más que te moleste que iluminen tu miseria.
Es la universidad recinto de universalidad, por mucho que te desagrade el ejemplo claro, del que nada impone, porque es su ejemplo, el que solo en la paz convence.
Tiranos de la docencia.
Tiranos del sectarismo.
Decanos totalitarios.
Instruidos, que en la desintrucción aleccionan.
No es rector quien rectamente no obra.
Por vuestras obras medráis, por vuestras obras se os conoce.
Y serán vuestras obras las que os sentencien.
Porque nada se borra y los que hoy regís satrapías y dictáis normas como ciegos virreyes, mañana solo seréis fantoches de la involución, bufones que llegaron a la cúspide, malandrines que sembraron de cardos el valle.
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