Cuerpo de espuma de derrochado aliento.
Batir febril de olas.
Se desagria la roca con el mecer del mar.
Acuna la sal el áspero sueño de la lamida orilla.
La caricia solo toca superficies.
Es el amor el que besa el alma.
Interior, tabernáculo prohibido para las no elegidos, para los no nimbados.
Tiempo, mar infinito que pierdes amantes, en la confusión de las superficiales caricias del oleaje.
Cerraré los ojos para mirarte, pues me acobarda esta borrasca.
Dulces sal de inmenso mar.
Dulce mar que sabe a sal.
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