Los marginados son los demás.
El que rechaza se margina, como la mano que compite con su mano hermana.
Como el necio que discrimina a su reflejo.
Son pesares de herrumbre que hacen chirriar los goznes.
Ojos vagos que no ven que lo que denostan ellos lo poseen.
El marginado es sensible, pero es la sensibilidad un techado protector.
El marginado da todo lo que pasa por sus manos.
De ese modo el aborregado insulto a ti vuelve.
No margines al que vive en el cielo rodeado de ángeles.
Porque es el único que sin rencor estrecharía tu mano en el lecho de tu muerte.
No duermas tranquilo en tu bando porque marginar es solo empezar.
Y entre tu troupe tu también estás en algún compartimento de marginalidad.
Los lobos si no tienen corderos entre ellos se despellejan.
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