lunes, 6 de enero de 2014

Gorgotea el agua

Se amotina mi animo en estos días tan cortos.
No puedo más con tanta humedad.
Con la pobre luz.
Con el gorgoteo del agua.
Con el vaho que cierra mi mundo.
No puedo más con este invierno de perenne lluvia.

Giro sobre mi gozne

Como no repetirse, si los días son iguales.
Si la matraca de mis días es idéntica.
Soy una puerta que solo se sabe abrir y cerrar.
Giro sobre un gozne evitando chirriar.

Brumas y helechos

Fatiga el camino de brumas, entre los húmedos helechos de la ascendente cuesta de sierra.
Si supiera retroceder, volvería para refundirme y desechar idioteces y cabezonerías.
El peso de la falsa moral, del rasero y la clase.
No ennoblece la farsa, sino el claro andar disipando las cansinas brumas, que ocultan traspiés.

Se oxida el corazón

Se oxida el corazón con la eterna lluvia.
Se entumecen las manos en la falta de caricias.
Se hace gris el mundo en el invierno del sin amor.

El deseo sin ser pedido aparece

La neblina trae a la clausura de la torre lo impensado.
A veces no es buscar, es el choque el cauce de encuentro.
Mil monedas en la fuente pidiendo deseos y el deseo sin ser pedido tras la colisión aparece.
Por las puertas cerradas se cuela la caridad.
Se cuela por las rendijas del encierro el regalo de la ilusión.

Los peligros del mundo

Augustos prisioneros, que tras bellos cristales ven la luz.
Para que algo no se manche hay que preservarlo de la mancha.
Encierros de protección.
Cárceles de oro para las codiciadas alhajas.
Son los peligros del mundo. 
Perderse y volverse vulgar por el contacto con él.

Debilidades humanas

Debilidades humanas que huyen del silencio.
Que escapan del tormento de la desnudez que es pensar.
Verse con los harapos que nadie ve.
Verse sin la careta del teatro, del agradar, del ansia de triunfar. 
Uno intenta engañarse en los halagos del ruido del ascenso social.
En la esfera de los elegidos.
En los salones y en las fiestas.
Envolviendo en sedas y mil alhajas el silencio de la miseria.

Reyes que orientan

Solo persigo regalos etéreos.
Regalos de envolvente calidez.
No se puede envolver un beso, pero lo reconfortante que es.
Es la misión cumplida el mejor regalo que uno así mismo se puede hacer.
Es el dar al necesitado de besos todos los que en el convencionalismo reprimimos.
Es visitar a quien nos lo dio todo y ahora que ya no lo necesitamos hemos aparcado en un asilo.
La vida es efímera y el demostrar amor se tiene que sujetar a lo finita que es la vida.
Corre y vence al tiempo regalando aire cálido de amor.
Uno es el Rey de sus besos, de sus abrazos, de sus caricias, regalalos.......

Los enormes charcos

Collares de bellísimas gotas son las cuerdas de tender la ropa.
Llueve infinitamente llueve en este día de Reyes.
Llueven alhajas delicadas sobre los enormes charcos.
Orografía de mares  y océanos que viste hoy el patio.


domingo, 5 de enero de 2014

Entre cuatro peredes que olvidan

Donde habita el olvido. 
En los jardines sin dueño.
En las paredes de flores marchitas y cuadros ausentes.
Refugio de nidos de gorriones y palomas.
Ya nadie corre por los pasillos, ni se esconde tras los visillos de los salones.
En los descarnados mármoles, en los techos abiertos y en las puertas tapiadas para que no se escapen los recuerdos de los que ya viven lejos. 
En el jardín de los afectos que tras heredar olvidan. 

Llueve, eternamente llueve

Supuran las llagas de las losas de granito del zaguán.
Humedad, todo es humedad en las piedras de las escaleras.
Resbala el pasamano de latón de la baranda.
Pesa el aire, que flota denso y enfermante en la gran sala.
Vaho en la retícula de cristal de los balcones. 
Vaho en los espejos de distorsionadoras aguas de azogue de plomo. 
Moho en las paredes borrachas de flores burdeos.
Pesan polvorientas las cortinas de adamascado terciopelo rojo, que se entreabren a la pobre luz de la calle.
Llueve, eternamente en invierno aquí llueve.

Obscura largueza


Se entenebrece el día con el manto denso de nubes.
Se silencia el gorjeo de los hambrientos pájaros.
Comienza la noche obscura su largueza.
Generosa sombra de alas de cuervo y ulular de lechuza.

Sentido común

Detestaros no es gazmoño, es solo sentido común.
No se puede ser mas bajo, rastrero y vulgar, hasta vuestra prole espanta.
Niños ladradores de las minas, urracas del averno y vulgares saqueadores de mastabas.
Sencillamente ni Satanás hubiera imaginado un infierno peor.
Huir no es cobardía, es tener sentido común.

Reyes de Oriente

Se pierde uno en los bergantes peldaños, ascenso de mensajeros mergos.
Encontraran los reyes mi carta, entre tanta necrológica de la casa del tocino. 
Dramáticas teatreras del escenario sagrado.
Es su norte la guita, la morcilla frita y la llorosa calumnia. 
Procesión de delincuentes que afinan la baja ralea en los desafinados gorigoris.
Hasta el Cristo de la salud enferma ante la corte mondonga de turiferarios.
Asma, sarna y aspavientos de pelos fritos y trajes sintéticos y violentos. 
Reyes de Oriente, orientaros en la niebla de tufos y guiaos por los ladridos.
Ya vivo lejos y aquí lejos de las criminales manos, vuestros presentes espero.

Sonrisas frías

Sonrisas frías para vender.
Sonrisas sin envoltura de fresca carcajada.
Sin ruido, para llegar a ciegos consumidores.
Risas de comercio.