martes, 12 de septiembre de 2017
La Babel del carnero
Vivimos tiempos de deslealtad.
Tiempos tuertos.
Tiempos revueltos.
Corren aires de traidores y de cainitas.
Aires de incendio.
Corren la soflamas incendiarias azuzadas por el viento de la ignorancia.
Tiempos de horror sin culpas.
Tiempos de verdugos que llevan tu misma sangre.
Caines que creen ser distintos tras ser infectados por el virus de la falsa superioridad.
Emperadores que con pompa van en harapos.
Crédulos mancos con los que es imposible porfiar.
Cuando porfía la verdad con la farsa, se allana a su barro y se convierte sin serlo, en su igual.
Difícil batalla campal, que se pierde por falta de presencialidad.
Marea de asnos con banderas de aculturación.
Incultos a los que le han prometido un reino en el que despuntar.
Poco puede edificar la miseria.
La corte de ladrones que que metamorfosean sus nombres para encajar en la Babel del carnero.
Talibanes que con tal de obtener poder, obrarán hasta con la más inimaginada ruindad.
Taphophilia, el magnetismo del óbito
Es magnético ver morir.
Ver como en el último estertor, exhalamos el espíritu, el último cálido suspiro.
Es magnético sentirse invadido por el aire último que ha recorrido el corazón del ser que se desvanece.
Es magnético ver la coreografía de los duelos.
Ver la teatralidad de algunos.
La sinceridad de muy pocos.
Y ver como el dolor es un proceso socializado, aprendido.
La muerte tiene su estética, su plástica, su decoro, su aderezo.
Coronas de flores, que mañana devendrán marchitas, como los compartidos recuerdos.
Cuando morimos comenzamos a diluirnos.
Comenzamos a desvanecernos, de los días de los que nos amaron, y comienza la sustitución de la pérdida, del calor perdido, no es algo urgente, es sólo inevitable.
Aprenden a vivir sin nosotros, y si no aprenden, no tardarán en venir a esta orilla, a abrazarnos sin cuerpo y sin presencia, abrazarnos como lo que ahora somos, brisa.
lunes, 11 de septiembre de 2017
De Eróstratos y segadores
Los sembradores de tempestades, buscan siempre con urgencia, un éxito no sudado, un éxito contra natura. Buscan revertir el orden para faenar en un desorden de iletrados, que infectados con el virus de la diferenciación, con un añejo mal que desde tiempos inmemoriales ha traído muchos frutos, a los Barrabas de turno, a los bastardos, que crean relatos de cuento para tapar desastrosas cuentas. Creadores de lindes y linajes, de tildes diacríticas para azuzar a Cain, a matar a Abel.
Estrategias de miserables de zafias, que con sus dedos rechonchos intentan pillar caqueras en sus fosas nasales, de vulgares mujerzuelas de una novísima tribu, que se distingue con gestos novísimos que los identifican y que sirven para identificarse entre ellos, códigos olfativos de efluvios mal aseados, de hedores de unas sobaqueras repletas de golondrinos.
Sembradores de odio, que incapacitados para construir, se comportan como vulgares Eróstratos, que quieren pasar a la historia destruyendo, infectando, arruinando.
Segadores de unidad, difusores de mentiras historicas, de envidias y de infulas de condados titiriteros, que lucen en la barraca que es esta feria, con coronas de pacotillas, cortes de bufones que se ríen del decoro, del sentido común y la inteligencia, que berrean división e intentan rendir en la numerosa manada que concita la hispanofobia.
Con frecuencia la cumbre está llena de zafios, que se autocoronan con la patraña y sembrando el estiércol de la amoralidad.
sábado, 9 de septiembre de 2017
PILAR BOYERO EN HOYOS. QUE NO DARIA YO......
Como en una Boîte, incluido el humo de zorrera, en el que definían abanicos azul cobalto, los rayos estroboscópicos de los efectos de luces de colores.
Sobre la fachada de la portada románica, la principal, flores; flores de manton de manila, flores de la dehesa extremeña, flores de jara, flores de estío. Un estío que fenece entre brisas que huelen a mosto y a vendimia y que contribuían a hacer más embriagante aun, la pasión de Divina Pilar.
Como en una Boîte apareció Gilda, apareció Divina Pilar. Con un vestido palabra de honor negro, con su turbadora raja lateral, que dejaba ver unos miembros inferiores, que volaban sobre altos tacones de vértigo, así nos dió Gilda, la primera bofetada de sublime sensualidad.
Pilar Boyero, no es sólo Diva por su voz de garra, ni por su aterciopelado y coherente discurso, didáctico hasta el extremo, pero grácil y envolvente como guante de raso que Gilda domina con innata sensualidad. Es Diva por un entente, de muy bien ensambladas partes, que la hacen grande y cercana, humana y divina, próxima y rutilante estrella. que con su estela nos agita y cimbrea, tocandonos donde sólo los grandes saben llegar, en el corazón.
Las Divas no se hacen, nacen. Y Pilar nacio asi, es cierto que no es lo mismo un diamante que un brillante, pero la materia prima ahí está, genetica de Salorino, el pueblo de sus mayores que ella lleva por bandera. Mujer hecha así misma con el tesón que da ser sabedora, de que es un pozo de talento.
Su voz campo brillante sobre un silencio sacro, sólo roto por los aplausos y los oles. Su voz campo a capela, sin micrófono, demostrandonos su fiereza y bravura, demostrandonos que solo las grandes, se desnudan y exponen de ese modo ante el toro del público, que Pilar recibe a portagayola.
La grande estuvo muy bien acompañada, se rodeó de lo más granado, de lo más grande, de Pedro Monty, de Diego Antúnez, de Cristóbal Sánchez, de Andrés Malpica y de Tino Gonzalez. Quinteto que arropo e hizo lucir con más brío aún los rojos, rojos claveles que salieron de su divina boca. Nos abrasó y nos abrazó su voz de verdad, su voz de señora, con su valentía racial.
Fue una noche mágica, fue un día vivo, entre las piedras de Hoyos que hablan de historia y el torrente vivo de copla, que es poesía que nace del corazón.
viernes, 8 de septiembre de 2017
El fraude extremeño
"La política ni puede, ni debe ser una profesión, es un sacerdocio, es vocacional, es entrega al bien común. Pero la gentuza que puebla las filas de los partidos, han hecho que se vea al político como un problema y no como una solución."
Irsia Carolain Sprimbol
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jueves, 7 de septiembre de 2017
El Golpe catalan
La razón necesita defensa, cerco legal que la ampare.
La razón, no busca el zafio y cortoplacista interés.
La razón, es transparente y su delicada e impregnante presencia, se cercena fácilmente con el humo tóxico de la sectaria soflama.
Sin horma legal, todo se deshorma, todo se desparrama, y lo primero en tiznar es el partidista interés de los príncipes de la roña, príncipes que ni farfullan bien el dialecto con el que se tildan.
Confunde el mediocre, su ganancia con la razón, y enfunda el desatino con mil mentiras, que procesiona con estandartes de opereta y gorigoris de metralla, segando la palabra a quien aventó la razón, separandola desde su tribuna de la emponzoñadora cizaña.
Todo es tan patético, tan nazi, tan bananero, tan Maduro, casi podrido.
Abierta la arqueta de la miseria moral, son muchos los que en ese barrizal se enlodan.
Son los pajarucos vestidos de títere, los que hablan del todo, cuando apañan de derechos cercenados a la otra parte.
El disidente tiene la razón, la tiene el valiente, el que hasta cierto punto de inflexión, consiente en tolerar desatinos de desatinados, a los que le apesta la sobaquera repleta de ignominiosos golondrinos.
Males de condado, que sueña con las glorias del reino, y en el sueño se embriaga de liberticida pesadilla, y hace victimario a la víctima de su calentura de poder, de sus ínfulas de raza, corrompida con tanta burda chanza.
martes, 5 de septiembre de 2017
Los fantasmas de la negación
No hay mayor placer que sentirse inundado de luz.
Sentir que sintiendo nos morimos y renacemos en la cólera de los placeres prohibido.
Somos la genialidad de un desorden que creemos no soportar.
El aliento dulce que cimbrea nuestra piel.
Luna llena de relámpagos.
Habitan los fantasmas en la negación.
En los disfrutes censurados.
En la mirada del igual que en los paseos del desarraigo tropieza con el desafuero de nuestro iris de fuego.
Calma tras la batalla campal, en el jardín de la araucaria.
Clama el infierno de la insatisfacción reclamando hecatombes.
Clama clamoroso el vaho de la deflagración.
Amantes del pasto verde.
Amantes del verde olivar.
Futuro de bajeza y ruina
Atronador es el olvido, cuando doblan las campanas.
Se impregna el abandono, con el tañer de la torre.
Corre entre los robles, la risa burlona de la espadaña.
Mañana ya llegó y con él, se desvanece el recuerdo.
Se desvanece el bullicio.
Uno menos, casi ya no hay almas.
Es el desalmado progreso, la velocidad y su molicie.
Ya nada se labra, pero la vida rotura y renueva la fronda y a los vivos.
Primeras filas que nada abarcan y se pierden en un ritmo que les es ajeno.
Extrañeza, de extraños que van perdiendo comba.
Desclasado y desarraigados en los nuevos arrabales arraigan.
Vicios de marginalidad y de marginados por las aventadas migajas.
Valle que se deshorma y retorna a un paisaje virge, herido por el sarpullido del avispado foraneo.
Por el nuevo parásito, que arriba a una sierra, que expulsa el mérito y el acervo.
Y abraza al arrabalero que atufado de vinazo y marihuana, vende que el prometedor futuro.
Futuro de bajeza y ruina, de liendres y zahinidad.
Atronador es el olvido y rápidamente olvida el ladrón que su fortuna la robo.
Terribilidad que deviene en patetica y decrépita osamenta.
Con excesiva frecuencia
Con frecuencia, a veces excesiva frecuencia, vivir marginado es ser feliz.
Con frecuencia la permeabilidad a la cotidiana estupidez, genera insatisfacción e infelicidad.
Somos estanques que se contaminan fácilmente, someros charcos que ven turbada su cristalina transparencia, por las inoculadas ansian de ser lo que no somos.
Lejos del mundanal ruido, se escucha croar la rana, se escucha la sinfonía del amanecer.
Lejos, donde las piedras del envidioso no alcanzan nuestras aguas y su malignidad nada perturba la cristalina balsa que refleja el cielo.
Somos la paz que nos labramos, el abrazado sosiego, las pocas y preciadas compañías que de la pira de las vanidades salvamos.
Nunca hay que tener miedo a lo poco, hay que tener miedo a lo que nos abarca y atenaza, nunca al escueto atillo con el que partimos, buscando el paraíso de nuestra calma.
Reyes de islas desiertas, desiertos donde encontramos el placer de la soledad y la compañía de la generosa naturaleza.
lunes, 4 de septiembre de 2017
Fenecer y poco más
Los robles, heridos de agosto, agotados por el calor amarillean.
Sol de septiembre que empiezas cobrándote piezas.
Peones que en los márgenes esperaban el invierno.
Las parras pierden sus hojas y las avispas liban su fruto.
Vuelve el frío, vuelve sigiloso, hiriendo discretamente con su caducidad.
Ciclos de una partida eterna, que la vida siempre pierde.
Nadie se desespera ante las irremisibles jugadas.
El la lógica del tablero, avanzar para matar, comer, vivir y ser presos la de la programada obsolescencia de una creación que cuenta primaveras, para fenecer y poco más.
Sansirolé
Suele herir el eterno mármol, al necio, al sansirolé.
Al que no soporta la proeza, que jamás brotará de sus manos.
Al alcahuete perdigón, que festivo se arremolina, vestido de alfeñique, en el atrio.
Tiempos de tizones y de brasas que ahuman las estancias lóbregas, que encuentran calor en el humo tóxico del chisme.
Abrazados a Santos de lodo, a la serpentinata y estranguladora hiedra.
Somos lo que pedimos, somos el Santo, al que la satisfacción de nuestros vicios encomendamos.
Aquelarres de creidos, que en torno al macho cabrío de Barrabás, ofician misas negras.
Todo se puede aventar, pero jamás se pierde el tufo a miseria del encopetado jergón.
Vulgar pacotilla es la desdicha
Las desdichas son herrumbre, vulgar pacotilla.
Que confundidas entre las alhajas, orinan valía y majestad.
La catástrofe es un mazazo, pero nunca es el fin.
No hay éxito sin tragedia.
Hay éxito si sabes discriminar.
Nadie guarda cizaña en el granero.
Las desdichas se queman en el erial.
domingo, 3 de septiembre de 2017
Asumirse es el 90% del éxito
Los caminos no son fruto de un pueril instante.
El cuerpo es un templo que la insensatez no debe profanar.
Jugamos a orientarnos.
Nacemos con oriente.
En un Occidente de bonanza.
En un Occidente insatisfecho que inocula insatisfacción.
En un aprisco que juega a confundir.
Que empuja a tomar decisiones irreversibles.
Con lo fácil que es jugar a pintar y luego borrar.
A poner y luego quitar.
Reasignados que no encuentran el placer, en la cárcel que es el nuevo cuerpo.
Niños forzados a asesinar su ingenuidad.
Tipificadores de trastornos que están trastornados.
Forzados por los nuevos corset, a sentirse algo que quizás no son y nunca serán.
Infantes a los que se les impide de forma sana madurar.
A los que se les trastoca el tierno cuerpo, que aún no ha decidido cómo crecer.
Trastornos de adultos, que la infancia quieren trastocar.
Asumirse es el 90% del éxito.
Niños a los que les robamos que desde la mayoría de edad se pueden retocar.
Gacelas Thomson
Los primeros en caer son los infantes.
Los que aún no han trazado su senda.
Los que animados por la mano pródiga, transitan el precipicio del éxtasis.
Mano pródiga en falsas bondades, en cumbres desde las que rodar.
Saltos mortales sin red, de los que muy pocos salen ilesos.
Coronados por los barbitúricos, caminan los Reyes.
Reyes del asfalto y el arrabal.
Gacelas thomson.
Reyes de las letrinas y las orillas del orin.
Príncipes de coronas de papier mâché.
Manos que acarician los bellos, los cadáveres del amanecer.
Cadáveres que el camión de la basura recogerá al despuntar el alba.
Todo es efímero, todo cansa y el placer se agota raudo.
Sobre todo se extingue en las fauces del voraz.
Del que engulle con ansia, polos de nata y fresa, precipitando su caducidad.
sábado, 2 de septiembre de 2017
Tau, el negro pingón
Tau, era un negro pingón que llegó de Los Arenales, llegó porque el hambre no entiende de reglas, llegó porque huir de la penuria no tiene normas. Llegó de la mano del Alfeñique, del frágil terremoto de Angelin, que con el correr de los años terminaría controlando el mercado de los opiáceos, en las tabernas del puerto.
Tau, cuando llegó era un ebúrneo Apolo, era un soberbio y broncíneo David.
Nada más llegar sació su hambre de forma holgada con el vicio, no erá nada difícil vender aquella magnífica talla de tensión y tersura, aquella sonrisa inmaculada, aquella candidez de adolescente de extremidades enormes y verga descomunal, ingente.
Pronto se corrieron sus talentos y también pronto fue retirado del mercado, fue apartado del vulgar manoseo.
Don Gaspar de Leguineche, se prendó de él, nada más verlo, nada más probar el dulzor de su vergón de ébano. El gobernador era un degenerado pudiente, era un degenerado de palco en el Teatro Imperial, de los bancos de alante en las misas de la Catedral del Carmen, era el Gobernador de la clasista Arrianápolis.
Don Gaspar estaba casado con la atormentada y excéntrica Marquesa de Zarcero, Piluca Utiel.
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