martes, 5 de septiembre de 2017
Con excesiva frecuencia
Con frecuencia, a veces excesiva frecuencia, vivir marginado es ser feliz.
Con frecuencia la permeabilidad a la cotidiana estupidez, genera insatisfacción e infelicidad.
Somos estanques que se contaminan fácilmente, someros charcos que ven turbada su cristalina transparencia, por las inoculadas ansian de ser lo que no somos.
Lejos del mundanal ruido, se escucha croar la rana, se escucha la sinfonía del amanecer.
Lejos, donde las piedras del envidioso no alcanzan nuestras aguas y su malignidad nada perturba la cristalina balsa que refleja el cielo.
Somos la paz que nos labramos, el abrazado sosiego, las pocas y preciadas compañías que de la pira de las vanidades salvamos.
Nunca hay que tener miedo a lo poco, hay que tener miedo a lo que nos abarca y atenaza, nunca al escueto atillo con el que partimos, buscando el paraíso de nuestra calma.
Reyes de islas desiertas, desiertos donde encontramos el placer de la soledad y la compañía de la generosa naturaleza.
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